El fin de semana se disputó el Campeonato de Colombia de Ciclismo, en el que se impuso el pequeño y excelente corredor del EF Esteban Chávez. En las imágenes de la llegada a la meta, unos metros finales no especialmente duros, sobresalía por un lado su alegría y por otro la actitud de los espectadores: la mitad o más inmortalizaban con sus teléfonos móviles el paso del corredor, bien en foto o en vídeo, dejando de lado el tradicional grito de ánimo o de felicitación al corredor. No es importante qué pasa a tu lado, sino cómo lo inmortalizas tú y lo guardas.

La pasada madrugada, Lebron James ha metido la canasta que le situaba como el máximo anotador de la historia de la NBA en la liga regular –sin incluir los play-offs por el título–. Defendido por Williams, de los Thunder, James penetra un poco hacia canasta y da un paso atrás antes de lanzar. En la imagen tomada desde atrás se ve la grada. Soy incapaz de ver más de un espectador que no esté con el móvil enfocando la jugada.

Momento en el que LeBron James anota la canasta que le convierte en máximo anotador de la historia de la NBA. NBA

En primera fila, un veterano canoso asiste al tiro sabiendo que es un tiro mítico y que algún cámara profesional seguro que toma una imagen legendaria del mismo. Sin embargo, hoy en día prima tener en la memoria de tu móvil esos momentos exactos por los que son recordados los eventos, sin importar tanto que por el simple hecho de tener que ocuparte de grabarlos o fotografiarlos no los estés viviendo en toda su extensión. Por no hablar de la molestia que supone todo el mundo levantando brazos y móviles y entorpeciendo la visión de quien no quiere formar parte del estúpido movimiento global. Personas que habrán pagado millonadas por estar esa noche viendo a James en el campo o que han subido a pie un puerto en Colombia para estar cerca de los corredores. Dejando de lado la experiencia visual y emocional única y directa para poder registrar una foto o vídeo chungos. Un mundo idiotizao.