Estamos asistiendo estos días al derribo calculado del liderato de la Vuelta a España dentro de un mismo equipo, algo sin parangón en la historia, con tres corredores de una misma escuadra en el podio, algo que solo ocurrió hace más de 100 años con el Peugeot en el Tour. El líder, Sepp Kuss, del Jumbo, está siendo atacado con poca piedad pero al parecer mucho buen rollo por sus compañeros Roglic y Vingegaard, al punto de que las diferencias de Kuss con ellos se van reduciendo día a día a falta de dos grandes etapas –hoy y el sábado–. El propio Kuss, gregario de ambos desde hace años, asegura que él mismo les anima a ir a su ritmo y a no esperarle y que no quiere ganar la Vuelta a España si no es el más fuerte, que no quiere que sea un regalo de sus jefes de fila hacia él. Esto, que le honra, no deja de tener su parte de tristeza, puesto que la victoria para Kuss parecería cantada ya que el siguiente clasificado que no es de su equipo está a 4 minutos. En otras palabras, si Vingegaard y Roglic hoy y el sábado deciden que no atacan o dejan de rueda a Kuss, la victoria es para Kuss. ¿Qué pasará?

Visto lo visto estos días, con Vingegaard muy activo atacando pero también con Roglic al acecho, no parece que los jefes de fila quieran dejarle a su gregario y supuesto amigo con el triunfo, pero vete a saber. Ayer Kuss apenas cedió un puñado de segundos en un puerto durísimo como el Angliru y hoy quién nos dice que no asistimos a algún golpe de teatro inesperado. Sea como fuere, toda una lección la de Kuss, la de quien no quiere una gloria si no la ha merecido. O al menos eso dice en público, quizá sabedor de que le van a derrocar igual, diga lo que diga, así que mejor ganarse el respeto con declaraciones de altura. Igual son sinceras 100%. Quién sabe. En los equipos ciclistas pasan muchas cosas que nunca salen a la luz y que alimentan charlas y chismes durante décadas.