La casa del médico, como la del maestro, raramente faltaba en los pueblos. Lo digo en masculino porque antes era así. Como tampoco faltaba la del cura, pero eso es otra historia. Que el médico del pueblo residiera en el municipio no solo era bueno para el sanitario, que se desplazaba con su familia, sino que lo era para todos los vecinos y vecinas que lo tenían mucho más a mano ante cualquier enfermedad o percance. En los pueblos la casa del maestro ya no acoge a nadie que se dedique a la docencia, y la del médico hace tiempo que se vendió y nadie pasa consulta. Pero todavía se siguen llamando así. Todo ha cambiado. Ya no hay apenas escuelas rurales y los médicos se desplazan de unos pueblos a otros para cubrir la atención.

La Sanidad y la Educación están cubiertas, mejor o peor según las zonas, pero lo que está mal y puede poner en riesgo esos dos pilares es la vivienda en algunas zonas rurales. Mal para la gente joven que quiera vivir allí y mal para quienes tienen que trabajar. No pasa solo en Navarra, lo hemos visto con mayor gravedad en las islas, donde sanitarios y docentes malviven en caravanas. Aquí no se llega a tanto, pero lo cierto es que el problema se empieza a ver. Como muestra, Marcos, un médico de Isaba, que busca casa o habitación para poder quedarse a dormir al menos algunas noches. Quiere un alojamiento en la zona para poder trabajar mejor. Da que pensar. Proyectos como Kuvu, de convivencia intergeneracional, impulsados por Gu Pirinioa son más necesarios que nunca. Algo estamos haciendo mal cuando el Pirineo está lleno de casas vacías o a medio habitar y no hay una para el médico.