Conservatorio Profesional de Música Pablo Sarasate de Pamplona. Conjunto Coral (director Pello Ruiz), y Orquesta, dirección: Asier Zabalza. Obras de Bach / Nystedt, J. Rutter, Wagner y Casalí. 22-11-23. (lleno).

Fermín Bernechea y Jan Maarten Van Der Marck, pianos. Monográfico sobre Remacha. Auditorio del Archivo G. de N. Ciclo “Otoño archimusial”. 23-11-23. Casi lleno.

Orfeón Pamplonés y Coro Juvenil. Directores: Igor Ijurra, Juan Gainza y Mari Paz Arizkun. Organo: Raúl del Toro. Obras de Sagaseta, Huarte Azparren, Aita Donistia, Mendelssohn, Fluiré, Aragüés, Andueza, Bach y Haendel Fiesta de Sta. Cecilia. Iglesia de Santo Domingo. 25-11-23. (lleno).

En torno a la fiesta de Sta. Cecilia, la música se exalta especialmente. De entre las muchas celebraciones, elijo tres focos que han iluminado este año la fecha: el programa monográfico sobre Remacha interpretado por los pianistas Fermín Bernechea y Jan Maarten v. d. Marck; la comparecencia de alumnos del Conservatorio Profesional de Música; y la tradicional misa del Orfeón Pamplonés, que abarrota la iglesia de Santo Domingo. Las tres, además, con sus respectivos homenajes al ilustre tudelano (125º aniversario de su nacimiento), a la docencia, y a directores honorarios.

El concierto dado en el Archivo General de N. fue una gran tarde de la mejor música pianística del maestro Remacha. Un programa bien pergeñado para meternos de lleno en su estilo: austeridad y destilación que acaban ofreciendo la esencia, lo fundamental. Bernechea, en solitario, desgrana, en la primera parte, el magnífico regulador –poderoso pedal– del Preludio en la menor; la cristalina versión de las Piezas para piano, donde el teclado agudo destaca sobre la resonancia de los graves, con un final en matiz piano, que queda en el aire; la preciosa Fue en primavera, (estreno) una canción afectiva, cariñosa, interpretada con mimo, pero sin exagerar el rubato; las más conocidas, Tirana, Maja vestida, Procesión y Chupinazos, y, sobre todo: la impresionante Epitafio, para algunos pianistas, quizá, la mejor obra para el instrumento. En la segunda parte, Jan Maarten desplegó su arte en la Sonatina, con el tintineo saltarín del primer movimiento que se desarrolla en los choques armónicos tan de Remacha; el andante: más amable; y el allegro de brillante pianismo. Sin embargo lo más impactante del concierto fue El día y la Muerte (para mí, estreno): una obra de ambiente impresionista (a la altura de Debussy…) que se abre con un amanecer cristalino y luminoso, y se torna en torbellinos oscuros y de enorme tristeza, con un escalofriante final, escrito con una sola nota, lenta, que nos lleva al silencio más compungido. Hay que escuchar esta obra más a menudo.

La plantilla que se presenta en el escenario del auditorio del Conservatorio (hoy el profesional, no el superior), es de espléndida juventud. Una verdadera gozada ver y escuchar sus primeras notas en escena. Asier Zabalza dirige la orquesta, Pello Ruiz, el conjunto coral. Aún con el metal frío, la obertura Rienzi de Wagner abre el concierto, donde la cuerda se ajusta bien. Luego la trompeta se templa, el fagote se luce y ya todos disfrutan. Pello Ruiz, excelente director de coro, hace un original ejercicio pedagógico –y de muy bello resultado musical– con un coral de Bach (Komm süsser tod) y su, digamos, deconstrucción, de medida, al introducir varias variantes a la vez. Todos se unen en le tema de Casalí (ya reseñado aquí hace pocos días), Sé tu el cambio. Entre el espléndido ambiente, se rinde homenaje a Salud Bueno: alumna, profesora y directora que fue del conservatorio (más de cincuenta años entre solfeos), con verdadero cariño. Ciertamente, la enseñanza de la música es de años, y las nuevas generaciones así deben reconocerlo.

El Orfeón Pamplonés ha nombrado este año directores honorarios a José Antonio Huarte Azparren (muchos años titular), y al Maestro de Capilla Aurelio Sagaseta, el director que más veces se ha puesto al frente del Orfeón, fuera del titular. Homenajeados, claro con su música: Kristo, gure herrege, de Sagaseta, una marcha solemne; y el brillantísimo Alleluya ezpatadantza-zortziko de José Antonio Huarte. Una verdadera fiesta de todos los coros del Orfeón.