Entre el 12 de octubre, día de la patria española y el 6 de diciembre, Santa Inmaculada Constitución, hay un divertido y revelador cordón umbilical: los corrillos. Se trata de un aparente encuentro informal entre el presidente del Gobierno y una selección bien escogida de periodistas.

Desde que Sánchez duerme en Moncloa, al grupo habitual de cortesanos se han sumado plumíferos con pedigrí de progres, sin notar siquiera que su sola inclusión en la lista de señalados para el chauchau los convierte en parte del sistema carpetovetónico que a veces aparentan criticar.

Otra de las mandangas del invento es que los participantes pueden difundir los chascarrillos interesados que el amado líder les instila en vena, pero no se les permite tomar nota ni, mucho menos, registrar en audio o video las confidencias. Y tales condiciones se aceptan a pies juntillas, nótese la brutal hipocresía.

¿Está Núñez Feijóo? Que se ponga

¿Y cuál ha sido la gran revelación de esta edición del festival del cinismo? Pues que Sánchez tiene la intención de pegarle un toque telefónico “antes de fin de año o navidades” (sic) a Alberto Núñez Feijóo para ver si se ponen de acuerdo en tres cuestiones.

La primera, como se imaginan, es la renovación del caducadísimo CGPJ. La segunda, la financiación autonómica. La tercera, que suena casi a relleno, la necesidad de hacer una modificación constitucional para –tachán, tachán– eliminar el término disminuidos en el artículo 49 para referirse a las personas con discapacidad, que no es que esté mal, pero no me digan que, abierto el melón, no se puede aprovechar el viaje para otras cuestiones perentorias.

Cabe preguntarse por qué, si la urgencia es tanta, Sánchez no ha cogido el teléfono antes de comunicárselo a la prensa. Da igual. Ya les digo que esto es una teatralización del nueve largo. A tal punto, que el aludido ya se ha dado por tal y ha contestado.

Feijóo, que no estaba a muchos metros de su antagonista, dijo, en este caso ante micrófonos, que bien, que vale, que ya si eso, hará un hueco en la agenda, pero que no se espere que se va a bajar de su burra. Menos, con el presidente de un gobierno que “lidera un movimiento contra la Constitución”. Así estamos.