Trato de entender las palabras de Braulio Vázquez. Y no comparto ese discurso. Me parece ahora mismo hasta inoportuno. De esos que ponen la venda antes de la herida. Tiene un tinte de pesimismo inquietante. Encubre un temor al futuro que no viene a cuento porque no hay nadie en el osasunismo que no sepa lo qué somos y de dónde venimos. Y adónde queremos ir. Por eso me zumbaron los oídos cuando en los prolegómenos del partido con el Betis el director deportivo dijo, sin que la pregunta le diera pie a ello, que “vivimos algo que es irreal”.

Desde que otro director deportivo, Juanjo Lorenzo, soltó aquello de “si bajamos a Segunda no pasa nada”, no había palpado tanta distancia entre el análisis del despacho y el de la grada. Braulio quiso poner en valor la importancia para Osasuna de haber cerrado la permanencia con esta antelación (la misma que en temporadas anteriores), pero acabó arrojando un jarro de agua fría sobre las conquistas de los últimos años. ¿Todo lo que ha pasado desde la llegada de Arrasate es irreal? ¿Ha sido un churro tras otro? ¿La mitad de los rivales de Primera han estado tan mal que han permitido al equipo hacerse un hueco como inquilino estable en la zona media? ¿Es Osasuna un okupa en este fútbol?

Esto ha venido sucediendo en los últimos años y no ha sido fruto de una apropiación indebida sino del trabajo metódico de todos los estamentos del club, con particular relevancia del suyo. Eso no es irreal, es real. Como lo fue la racha histórica de partidos invictos en El Sadar, la final de Copa, el goteo constante de futbolistas de la cantera… Osasuna viene haciendo las cosas muy bien y por ello ha alcanzado este estatus que le ha situado a kilómetros de distancia de los puestos de descenso. No habría que afrontar el futuro inmediato con tantas prevenciones que llegan a confundirse con el miedo si no se hace una exposición acertada.

Lejos de dar por bueno que el equipo haya estado por encima de sus posibilidades, la lectura del osasunismo es distinta: con lo que permite el presupuesto se ha hecho mucho y hasta se pudo hacer más. Es como el partido de ayer: juegas con un futbolista menos y contra las decisiones de los árbitros y peleas hasta el final convirtiendo la derrota en una lección de resilencia. Eso también es muy real en el día a día de este club. Todo es mejor que vender derrotismo.

Detecto ya muchas prevenciones de cara a la próxima temporada a las que Braulio quiso poner bando de alguacil de pueblo, para que todo el mundo se entere. La marcha de Arrasate ha abonado la inquietud, pero el nuevo entrenador va a tener, de inicio, el apoyo de la afición: el resto se lo tendrá que ir ganando. Si se ficha bien de acuerdo a las posibilidades económicas, no hay nada que reprochar; y si es imposible alcanzar los objetivos se cuenta, que la gente lleva aquí cien años viendo fútbol y lo entiende todo. Pero ese discurso de ‘esto no va a durar mucho’ en un mal mensaje en este momento de transición y cambio de papeles. Celebramos una nueva permanencia, pero el conformismo no tiene buen encaje con el carácter de Osasuna.