Me resulta una discusión bastante evitable el hecho de que el Ministerio de Sanidad haya impuesto el uso temporal de mascarillas en hospitales y centros de salud mientras que otras muchas comunidades, entre ellas Navarra, abogasen por recomendarlo pero no obligarlo. A ver: si es verdad que estamos ante picos de procesos respiratorios, de gripe, de covid, que se está derivando gente a otros lugares, que pedimos sensatez a la población a la hora de usar las Urgencias, ¿qué problema hay para durante las semanas que dure la ola obligarnos a llevar algo que ya mucha gente usa por sentido común? No se lo veo, la verdad, más allá de no querer quedar como impositores. Veo suficiente gente en la calle que lleva estos días su mascarilla, bien porque tenga covid u otras, bien porque entra y sale de sitios y no se quiere agarrar nada y me parece fantástico, puesto que si algo nos enseñó la pandemia es que las mascarillas evitaron la propagación tanto del covid a mayores niveles como de otras afecciones.

Hemos estado varios años sin unas olas de gripe normalizadas o similares a antes de la pandemia y la de este año se ha adelantado, lo que tal vez pueda indicar que nuestros organismos están más predispuestos que hace 3 años a pillarnos algo, ya que llevamos ese tiempo más o menos librando. ¿Qué hay de malo en que cuando vas a un lugar donde seguro que hay personas contagiadas o personas mayores vulnerables o enfermos crónicos se te obligue a cubrirte la boca y la nariz? Sí, es engorroso, lo sabemos todos, pero, coño, nos hartamos de señalar que la sanidad pública la tenemos que cuidar y pienso sinceramente que cuidar también pasa por hacer esfuerzos de este tipo. Y está más que demostrado que cuando dejamos el asunto en manos de la decisión personal la respuesta es, lógicamente, variada y por tanto no cumple con el objetivo que supuestamente buscamos: no cooperar a la extensión.