“El caso de bullying más largo de la historia”. Gran enigma. ¿Cuál puede ser? Adivinanza terrible si pensamos en términos de acoso, de apartar a una persona y alejarla de su posibilidad de ser y vivir en las mismas condiciones que el resto; si pensamos en términos de minusvalorarla, empequeñecerla y hacerle daño. Revisamos casos ya históricos recogidos en reportajes y documentales, el del hijo de una amiga, nuestra compañera del cole. La gorda, el enano, la cuatro ojos, el marica, la gitana.

Pero resulta que “el caso de bullying más largo” es el que nos afecta desde el día uno de la Historia al 49,5% de la población mundial, a las mujeres. La definición no es mía, se les ha ocurrido a una psicóloga social y un profesor y filósofo que han coescrito el libro Obedecedario patriarcal. Funciona muy bien como herramienta de venta, puede ser un titular brillante, habrá muchos y muchas que lo consideren excesivo. Pero no lo es. Sólo por ser mujer todas en algún momento hemos sufrido la mirada, o el comentario, o la diferencia económica en la nómina, o el rechazo –sutil, frontal– de una opinión puesta en voz alta, o el acoso directo. Sólo por haber nacido mujer todas hemos sido alguna vez la gorda, el enano, la cuatro ojos, el marica y la gitana. Esto es una realidad. Podremos cubrirla con todas las capas de naturalidad, costumbre, aceptación y ceguera que queramos pero eso no hará que deje de existir. El patriarcado es el elefante en la habitación. Un elefante invisible. Sientes su presencia, notas que hay algo que ocupa mucho espacio, te chocas con él pero no lo ves. Porque es un sistema de pensamiento que lleva instalado toda la historia de un modo tan natural que ni nos damos cuenta de que existe. Y este ha sido su triunfo. Feminismo es igualdad, nada más. Lo que ocurre es que al hombre que no tiene mentalidad de ir a medias no le beneficia, porque de pronto ve que tiene que ceder parte del privilegio que le venía dado. Y eso no le gusta a nadie.