La mitad de nuestros municipios tienen más pensionistas que personas currando. El fenómeno de la despoblación muestra su peor cara cuando se comparan las cifras de empleo entre localidades, principalmente en comarcas que no logran revertir una realidad demoledora en la que faltan sin duda apuestas de políticas públicas decididas y adaptadas a cada zona. Es el caso de la montaña navarra, de las Abaurreas, Auritz/Burguete, valles de Erro y Esteribar o Jaurrieta donde el número de jubilados duplica a la población activa. En la anterior legislatura se habló de una ley de despoblación, en ésta de una nueva ley de Desarrollo Rural pero lo cierto es que el tiempo apremia.

Los expertos coinciden en que hacen falta rebajas fiscales para arraigar población (y que no regrese a la ciudad) y para el fomento de actividades empresariales, y medidas que contribuyan a la transformación y rehabilitación de viviendas, entre otras. Tasas como las que se han legislado en Euskadi o Aragón para que las empresa de renovables paguen a los municipios o comarcas afectadas. Una energía renovable que podría también servir para que esos pueblos disfrutaran de una energía más limpia y económica.

La Revuelta de la España Vaciada, que agrupa a diversas plataformas y colectivos afectados por la despoblación, ha convocado concentraciones para el 31 de marzo “en defensa del territorio”, fecha que quieren que se convierta en el Día Europeo de la Lucha contra la Despoblación. Denuncian que con la invasión de centrales de renovables, macrogranjas, minas y la gestión del agua, se “especula con el medio rural” destrozando sus recursos y su futuro. Razones no les falta.