Finalizada la Itzulia, varias cuestiones. La primera, obra maestra del UAE para ganar la carrera con Juan Ayuso. Como equipo era el más fuerte y lo ha demostrado en la etapa final. Han hecho un trabajo perfecto. Igor Arrieta, al que han lanzado por delante, ha sido la pieza clave para el posterior movimiento de Soler. En caso de no contar con Arrieta, Soler se hubiera quedado demasiado aislado. Después, en el mano a mano, hemos podido ver que Juan Ayuso era más fuerte que Skjelmose. No ha corrido mal el danés. Tampoco su equipo, pero el UAE era superior y lo han hecho perfecto. Al líder le ha faltado, posiblemente, que Schachmann estuviera en la pelea, pero una vez que se ha tenido que enfrentar a Ayuso, el alicantino se ha mostrado muy superior. Ha sido el más fuerte de la carrera teniendo en cuenta que los grandes favoritos se fueron para casa en la caída de Olaeta. Junto con él, en la meta de Eibar ha triunfado Carlos Rodríguez. Compartían intereses. Son los dos muy jóvenes y muy buenos. Solo hay que ver el tipo de victorias que están logrando. Son el futuro, pero ya muy presente. Si miramos a la Itzulia en general, nos queda un mal sabor de boca porque ha sido una carrera marcada por la desgracia y las caídas. Hay muchos factores que entran en juego en las caídas, pero merece la pena reflexionar como lo ha hecho Pello Bilbao, que ha llamado a la autocrítica. Los corredores tienen que mirarse al espejo y saber que son ellos los que incrementan los riesgos, más allá de los recorridos. Es curioso que este año el trazado haya tenido menos peligro sobre el papel y, sin embargo, recordaremos la Itzulia por la cantidad de caídas, muchas de ellas graves, que se han producido. En otras ediciones los ciclistas se han quejado al entender que los recorridos entrañaban riesgo. En ocasiones tenían razón, pero lo que está claro es que si los corredorres se empeñan en arriesgar constantemente, todo recorrido es peligroso.

El autor es director deportivo del Grupo Eulen-Nuuk