Abril es el mes de la Memoria. Un mes de luz. Una Memoria que florece cada año como una señal contra el olvido y el negacionismo. Una luz que trata de vencer la oscuridad que durante años quiso ocultar a las miles de personas asesinadas o represaliadas por el franquismo, a todos aquellos que tuvieron que dejar su casa y huir. Muchos acabaron en los campos de internamiento de Francia, como el de Gurs o el de Argèles-sur-Mer, lugares que se convirtieron en campos de prisioneros donde malvivieron hacinados miles de refugiados, cientos de ellos navarros. Algunos, demasiados, murieron. Dos lugares que este mes cobran un protagonismo especial a través del arte. Arte contra el olvido que consigue trasladarnos a lo que pudo ser la vida tras esas alambradas.

Palabras, dibujos e imágenes como agarre para sobrevivir en las peores circunstancias. La vida entre alambradas. Arte en el campo de internamiento de Gurs. 1939/1945, se puede ver estos días en Pamplona, mientras que la muestra Gerardo Lizarraga. Artista en el exilio se expone en la cercana Oloron Ste-Marie. Lizarraga fue uno de los navarros que junto a miles de personas cruzaron la frontera y acabaron en las arenas de Argèles-sur-Mer, que acabó siendo uno de los campos de internamiento más duros, donde la gente moría entre la arena y el mar. El pintor navarro dibujaba para retratar la vida al otro lado de las alambradas. Como ocurre con los dibujos y objetos de la exposición sobre Gurs. Ambas tienen mucho en común, además del horror y el dolor vivido por sus protagonistas. En el caso de Lizarraga, se salvó por ese momento decisivo que hace que la vida de una persona cambie para siempre. El estaba dibujando cuando la cámara de Chiki Weisz, quien se encontraba con Robert Capa retratando a los supervivientes en esas playas del sur de Francia, le filmó con su lápiz y cuaderno. Fueron unos pocos segundos pero decisivos.

Esa imagen se proyectó en un cine de París, justo en la sesión en la que estaba su exmujer, la artista Remedios Varo, quien le reconoció y le salvó la vida. Y el salvó los dibujos en una vieja maleta, que casi le cuesta la libertad, y se los llevó consigo. Lejos de allí, en Gurs, donde estaban muchos artistas y escritores, una enfermera que trabajaba en el campo, Elsbeth Kasser, recogió dibujos y documentos y también los guardó. En ambos casos ese material estuvo años en esas maletas, era demasiado doloroso para sacarlo de nuevo, hasta que tiempo después, gracias al trabajo de historiadores y de las comisarias de las exposiciones, Blanca Oria y Pilar Rodrigo, y al papel de las familias se ha recuperado y expuesto de la mano del Instituto Navarro de la Memoria.