Sumar siempre, sumar hasta el infinito, hasta que duela, hasta lo imposible… “Sumaremos en las playas, sumaremos en los campos, sumaremos en las calles, sumaremos en las colinas. No nos rendiremos jamás…”. Sumar, ése era el verbo, a todas horas, siempre, en toda circunstancia, en todo lugar, incluso con quienes se sitúan enfrente.

“Si es por mí...”, tal como reza el slogan, habrá que conjugar sin reservas, sin excepciones el verbo. “Los de enfrente”, “los de arriba”, “los poderosos”… también eran susceptibles de sumar. Sólo resta convencerles con tacto y argumento. He visto en las calles de mi localidad, Estella, carteles de Sumar arremetiendo contra Josep Borrel, pasquines que no terminan de sumar. Suman por supuesto cuantos y cuantas construyen Europa en nuestro presente insospechado, especialmente complicado.

Alguien que sume sin restricciones en la Moncloa, que sea capaz de aglutinar a la mayor parte de la ciudadanía en torno a objetivos y valores comunes, es de las mejores cosas que nos podían pasar. Una mujer progresista, que abraza agenda verde y solidaria, presidiendo gobierno sería buena nueva para España. No obstante, para que Yolanda Díaz encarne una auténtica renovación política habrá de abandonar todo residuo de confrontación en la que aún, en cierta medida, la vemos sumida.

Queremos seguir avanzando en la senda del progreso y las libertades. Sumemos siempre a favor, nunca a la contra. Seamos capaces de ganar para el mañana incluso a quienes miran al pasado. La nostalgia se evapora con amabilidad y lucidez, nunca se combate. Sumar representa una tímida esperanza en el cansino y cristalizado panorama político español, no obstante para encarnarla por entero, la nueva formación habrá previamente de terminar de superar el paradigma del tedioso y perenne encono.