Lo dijo Aristóteles: “El hombre es un animal político”.

Vivimos en sociedades organizadas donde cada acto tiene consecuencias. El simple hecho de ir a comprar, es un acto político: podemos estar lucrando a una multinacional y aplastando a un grupo étnico. Imposible no estar pringado. Seguro que detrás de la ropa o el alimento que compramos hay situaciones injustas.

Por eso, todo es política. Cuando la derecha decide gastar dinero público destinado a Sanidad y Educación concertando con empresas privadas -que tienen mayor coste-, es un acto de ideológico que priva de servicios de calidad a los que menos tienen mientras beneficia a los negocios. Cuando decide bajar impuestos a los ricos y no pagar bien a los empleados públicos que nos cuidan o enseñan, es un acto político deliberado con consecuencias nefastas para la sociedad.

Reivindico la política, la buena política, la política útil, la que mejora la vida de la gente, la que persigue el bien común, la felicidad de la mayoría; no la que busca el enriquecimiento de los ricos, unos pocos, e incrementa la brecha social. Para eso, ni más ni menos sirve, que no es poco.