En nuestra tierra navarra, guiri llamamos a los extranjeros. Dos días antes de las elecciones generales quedamos para ir a dar un paseo a los Pirineos o al desierto de las Bardenas. En un despiste fenomenal fui al lugar de la cita al punto de la mañana media hora antes en mangas de camisa corta y pantalón corto y sombrero de pajilla y me senté a esperar en un banco. Cuando llegó el conductor con el coche, lo primero que me dijo: “Pareces un puto guiri”. Abre la puerta, contesté, que llevo esperando media hora y estoy helado como un polo. Me senté en el asiento de atrás de paquete y fuimos a buscar a nuestro amigo Pako, al que dejé el asiento de copiloto porque es mayor que yo en edad, dignidad y gobierno y un fotógrafo fenomenal. La democracia del volante decidió ir al Pirineo, porque quería ver nubes, lluvia y verde. Otro día serán las Bardenas. Corrimos carreteras comarcales preciosas, caminos forestales, hayedos frescos y hermosos riachuelos, ríos, charcas y nos embarramos y mojamos (el coche), nieblas, caballos y yeguas guapas, chirimiri, sol y viento fresco. Un día fenomenal. Llegamos a la Fábrica de Armas en Orbaiceta, cerca de la casa de Mikel Zabalza, y entre monumentos de piedra viejos y restaurados, la historia me pasó por encima como una apisonadora y me sentí un puro guiri en mi tierra. Comimos y bebimos de lujo y volvimos a casa. Vistos los resultados de las elecciones, después de votar me he vuelto a sentir como un guiri, porque hasta los que se dicen socialistas de izquierdas parecen de derechas.