Hace ya un tiempo se publicó en este periódico una carta mía que llevaba por título “El miedo a las minorías” y que escribí y envié a propósito de las declaraciones del señor Antonio Garamendi (CEOE) del 25 de julio del presente año: “Critica que un Gobierno dependa de una minoría. El presidente de la CEOE, Antonio Garamendi, ha criticado este martes que la formación de un Gobierno dependa de un partido minoritario cuando el 73% de los escaños que estaban en juego en las elecciones generales del pasado domingo estén en manos del PP y el PSOE, partidos a los que ha instado a hablar para configurar un Gobierno estable” (https://www.europapress.es/economia/laboral-00346/noticia-garamendi-ceoe-critica-gobierno-dependa-minoria-diaz-le-pide-respete-democracia-20230725143324.html). 

Y no solamente es miedo a la minoría sino también temor a la periferia no centralizada ni uniforme. Es preocupante el estorbo que provoca la diversidad. También la pluralidad. Parece ser más auspiciable, para algunos, y al parecer, la uniformidad. So capa de agilidad, de comodidad, de costo económico, de facilidad, de…, se desea y se auspicia el uso del idioma español en aquellos foros políticos, por ejemplo el Congreso de los Diputados, que reflejan la pluralidad de España también por lo que se refiere a su realidad idiomática. La pluralidad es compleja, es decir, compuesta de elementos diversos. Y, para algunos, es también complicada y difícil de tal manera que hay que o evitarla, o negarla. Eso sí, con el pretexto de no se sabe qué bien mayor o mejor. La diversidad y la pluralidad dificultan, duelen, encrespan, entorpecen, estorban, molestan…, a los que tienen un único modelo conceptual y emocional de ver, de pensar, de sentir. El lema es “yo quiero café…, entonces café para todos”. No ya que no se tolere la diversidad y la pluralidad. Lo cual ya es como para hacérselo mirar. Sino que también se niega el derecho de existir y de manifestar esa diversidad y pluralidad. Lo cual es propio de la dictadura. Acabo con un pensamiento del psiquiatra Thomas Szasz (1920-2012): “La plaga de la humanidad es el miedo y el rechazo de la diversidad: el monoteísmo, la monarquía, la monogamia. La creencia de que solo hay una manera correcta de vivir, solo una forma de regular el derecho religioso, político, sexual, es la causa fundamental de la mayor amenaza para el ser humano: los miembros de su propia especie, empeñados en asegurar su salvación, seguridad y cordura”.