El pasado 22 de septiembre, al final de la tarde, me disponía a realizar una sencilla maniobra con el coche para salir del parking de la estación de Renfe, en una plaza situada justo detrás de la marquesina que hay en dicho lugar, cuando por accidente, incidente o yo diría simplemente percance, porque en el momento de contarlo estoy magullado pero sin ninguna lesión grave, sufrí los dos peores minutos de mi vida, sintiendo que todo acababa allí. No entro en detalle de lo ocurrido en esos dos largos minutos, porque mejor que yo lo pueden contar las personas que en ese momento estaban en la marquesina esperando el autobús, y que, según me cuenta mi esposa, no dudaron en prestarnos su ayuda intentando mover el coche que me estaba aplastando.

Y a esas personas a las que no conozco, pero no olvidaré su gesto, quiero darles de mi parte y también de parte de mi esposa, que se sintió totalmente arropada, las gracias de corazón, y un millón de gracias por su ayuda. Y decirles que después de ser trasladado al hospital por la ambulancia, tras las pruebas que me realizaron me confirmaron que no había lesión grave, sólo magulladuras.

Y envío a la prensa esta carta porque sentimos la necesidad de expresar nuestro agradecimiento, y porque de esta forma se puedan enterar de que todo ha acabado en un susto y nada más.

Los momentos de angustia que pasé no se los deseo a nadie, pero también sirven para que todos y todas nos demos cuenta de que necesitamos de todos y todas en cualquier momento de nuestras vidas.

Una vez más gracias a todas estas personas, incluidos municipales y personal de ambulancia y sanitario.