En estos días que se publican los resultados económicos, advertimos cómo las grandes compañías se pavonean obscenamente compitiendo entre sí para ver cuál da la mayor cifra, y comprobamos que vuelven a batir récords.

Con miles de millones de euros de ganancias, es evidente que han agrandado sus márgenes. Esto quiere decir que, en su desmedido afán de apoderarse como sea del dinero ajeno, nos cobran por sus productos o servicios bastante más de lo razonable.

Por supuesto que a nadie le obligan a comprar; pero a menudo no hay opción: alimentos, electricidad, bancos, gas, tanatorio, agua… son indispensables, y eso nos convierte en víctimas de los especuladores que nos obligan a desembolsar más de lo éticamente justo por lo necesario para vivir.

Como España es un Estado social, y puesto que nos cobran de más, hay que reintegrar a la sociedad las plusvalías con impuestos para fortalecer unos servicios garantes de derechos esenciales que incrementen el nivel de vida de los ciudadanos.