El balance final de la mortalidad en las carreteras navarras durante el pasado año ha sido demoledor, con el peor dato de fallecidos desde 2014: 35 víctimas mortales, seis más que en 2021, para un incremento anual del 20%. Hay que remontarse a 2014 para encontrar un peor dato de mortalidad vial en siniestros de circulación en las vías urbanas e interurbanas de la Comunidad Foral con un trágico balance de 44 muertos. De hecho, desde 2010, sólo en los años 2012 (45 fallecidos) y 2014 (44) se contabilizaron peores balances de siniestralidad vial en Navarra. La pandemia con las restricciones de movilidad y la disminución de la actividad en todos los ámbitos nos había acostumbrado a una cifra de fallecidos inusualmente bajas pero la recuperación de la normalidad nos ha devuelto a la cruda realidad de unas estadísticas impactantes cuantitativamente, pero también por la historias humanas truncadas en la carretera. Son vidas rotas y familias marcadas para siempre, son dramas personales tras unas cifras preocupantes: las 35 víctimas mortales del pasado año suponen 15 decesos más que 2020 –el año más duro de la pandemia–, que marcó la cifra mínima de muertos de tráfico, con 20 fallecimientos. Las autoridades deben incidir en sus recomendaciones de prudencia y responsabilidad al volante, en las campañas de concienciación, en la vigilancia de las carreteras, y en la conservación y mejora de las vías. Pero es una responsabilidad individual el realizar una conducción sensata, respetando las normas y redoblando la seguridad al volante para evitar accidentes que engrosen las macabras cifras del último año. Destacable es el aumento de las víctimas de más edad. El número de personas de más de 64 años que murieron el año pasado en accidente de circulación se cuadruplicó en comparación con 2021, en el que hubo tres víctimas en ese rango de edad. Las tendencias se están invirtiendo y este grupo de edad es el que experimenta una mayor crecimiento. Por eso no es de extrañar que Tráfico esté ultimando un cambio de normas para la renovación del carné de conducir para mayores de 65 años. La especial prudencia que se pide tradicionalmente a los jóvenes debe extenderse también a los mayores para recortar unas cifras ya de por sí inadmisibles.