Pasado el susto del 23J, nos encontramos en una situación en la que a duras penas podrá constituirse un gobierno que sirva de valladar a una alianza de derecha extrema y extrema derecha, envalentonada y con una importante parcela de poder autonómico y local.

Un gobierno progresista, pero que va a depender en su labor legislativa de un nada progresista Junts, crecido por la matemática parlamentaria aunque derrotado electoralmente en Cataluña.

La tarea, por lo tanto, se antoja como un enorme reto, reto que la izquierda debemos abordar con una visión y propuestas a medio plazo.

Tras la derrota, sin paliativos, que sufrimos el 28 de mayo, el 23 de julio no logramos llegar a lo conseguido en 2019, 39 escaños y muy lejos del 2015, 69 escaños.

Y ello, a pesar de contar con una labor legislativa y de gobierno globalmente muy positiva y con una líder, Yolanda Díaz, que se ha ganado a pulso ser la política mejor valorada por la ciudadanía.

Muchos factores han influido en este resultado, pero el más llamativo, a mi juicio, ha sido el empeño que ha puesto Podemos a lo largo de estos meses en debilitar el proyecto de Sumar, empeño en el que, hay que reconocerles, han tenido éxito,

Tras la derrota del pasado 28 de mayo Garzón hizo una lectura crítica y, en un gesto que le honra, se hizo a un lado. Ione Belarra, sin embargo, no hizo la menor referencia a la derrota.

Pero es que tras el 23J, según Ione Belarra, la causa del justito resultado electoral fue la no presencia de Irene Montero y el “ocultamiento” del feminismo. Para acto seguido amenazar con formar grupo propio. Sin comentarios.

Los resultados de Unidas Podemos fueron malos. Por otra parte, IU y Podemos se presentaron el 28 de mayo por separado en zonas del país, con casos como Asturias, Mieres, Rivas. Pues bien, los resultados no apoyan precisamente esa posición de la dirección de Podemos.

En Asturias en 2019, 4 escaños Podemos y 2 IU; en 2023, 1 escaño Podemos y 3 IUMas País, con 114 concejalías frente a 3. En Mieres, 56% frente al 2,34%. Gijón, Oviedo…, hundimiento electoral de Podemos y recuperación de Izquierda Unida.

En Rivas, ciudad con 100.000 habitantes, Podemos salió a última hora de la alianza para no ir con Mas País (con el que paradójicamente sí fue el 23 J), 29,98% frente al 4,08%, juntos habríamos arrebatado la primera plaza al PP.

Esta es la realidad con la que vamos a trabajar el próximo periodo y de la que debemos sacar conclusiones. Parece evidente que debemos garantizar que nos vamos a presentar a la ciudadanía con unas siglas y un proyecto estables, proyecto que tenga una base organizativa fuerte.

En estos momentos que estamos en plenas negociaciones para formar gobierno, son muchas las incógnitas sobre el proyecto Sumar, proyecto que debemos organizar y fortalecer. Un liderazgo sin base organizativa deviene con facilidad en el cesarismo, algo que en ningún caso nos podemos permitir

Hoy Sumar no parece más que una coordinadora de diversos partidos con un fortísimo liderazgo. Hay que trabajar para convertirlo en un proyecto con una organización que sea capaz de unir a decenas de miles de militantes que somos distintos y hemos sido demasiado distantes. Hay que darse cierta prisa para recuperar a decenas de miles de militantes muy valiosos que en una u otra organización han pasado de la duda a la decepción camino de su casa. Porque, creo, ahora debe ser el momento de la militancia, que dé sustento al proyecto político en su vertiente institucional, pero que también reconstruya un tejido social más allá de los partidos.

Un aspecto que viene apareciendo de forma persistente en todas las convocatorias electorales es el sesgo de clase que presenta la participación electoral. Todos los datos señalan la altísima participación en unas zonas y la muy baja en las zonas donde vive la ciudadanía cuyos intereses venimos defendiendo. O no nos votan o, directamente, no votan. Sólo un ejemplo, en el distrito de Retiro hubo un 17% de abstención y un 20% en Moncloa, frente a un 40% en Puente Vallecas y Orcasur. Ejemplos que se pueden extrapolar a importantes núcleos urbanos, por ejemplo en Sevilla, con tasas de abstención que llegan al 60% en algún distrito deprimido. En Pamplona, aun con menores diferencias, 74% en Iturrama y Ensanche frente al 55% de Etxabakoitz y el 58% de San Jorge.

Es ésa una situación que nos presenta un importante reto en el que la militancia organizada debe trabajar en esa capilaridad de organización social que debemos reconstruir. Organizar los barrios, fortalecer el sindicalismo, las organizaciones sociales de todo tipo, no serán por sí mismas la solución pero sí parte de ella.

Es la hora, por tanto, de organizarnos y cerrar heridas trabajando codo con codo con respeto a nuestras diferencias, poniendo por delante un futuro que entre todas y todos podemos construir.

Y mientras tanto, ¡ salud y república!

El autor es profesor de Historia jubilado