“Aquí honramos nuestro pasado”. Este es el lema que luce en el túnel de vestuarios de El Sadar. Una frase pronunciada por el periodista navarro David Beriáin, asesinado en Burkina Faso en 2021. Osasuna, de un tiempo para aquí, ha sabido tener detalles importantes con ilustres rojillos como el propio Beriáin o Michael Robinson. 

En 2005 el club era otro y quienes escribían sobre él también. Algunos repiten y otros somos novatos en un evento de tal magnitud. Pero de aquellos que estuvieron en el extinto Vicente Calderón algunos han dejado su sitio en la cabina para ver el partido desde arriba del todo. 

Los Pedro Lanas, Jesús Riaño, Fermín Zariquiegui o Javier Martínez de Zúñiga eran de esos pioneros que nos enseñaron al resto que Osasuna se honraba día a día, no solo su pasado, su presente o su futuro. Y, por supuesto, en las buenas y en las malas. 

Son aquellos que son menos conocidos fuera de las fronteras navarras pero que han fomentado el osasunismo con su impagable trabajo día tras día en momentos de todo tipo dentro de la historia rojilla. Son esos precursores que quedan en el subconsciente de muchas personas. 

Como ese abuelo, esa tía o esos padres que te enseñan qué es Osasuna. ¿Quién no se acuerda de la primera vez que fue al campo y, sobre todo, con quién? Todos tenemos a uno o varios que han sido los primeros que nos han inculcado lo que significa el club y cómo hay que apoyarlo y defenderlo en las buenas y en las malas. Esos que estuvieron en 2005 pensando que sería la última y que también nos enseñaron cómo se debe disfrutar un éxito de tal magnitud.

Y es que desde la última final de Copa a todos nos han pasado muchas cosas. Y a Osasuna ni te cuento. Tampoco vamos a enumerarlas ahora, que está en el recuerdo de todos los presentes. Así que quién saber lo que puede ocurrir en tiempos venideros, por lo que está claro que es el momento de disfrutar, de gozar se esté dónde se esté. Pero también es momento de recordar a todos aquellos que nos han abierto paso para que ahora los demás estemos en Sevilla saboreando cada segundo. De fardar con la camiseta rojilla como se lució en Sabadell pero ahora para algo positivo. De acordarse del gol de Javi Flaño, de su hermano Miguel, de Oier y de Torres mientras vemos como David, Unai, Kike, Aimar defienden la camiseta rojilla con el mismo orgullo que lo han hecho quienes tuvieron que lidiar con peores momentos.

Por eso esta final de Copa es algo más que un partido. Aunque seguramente desde los rivales y su entorno no entiendan esto, el encuentro del sábado no va de una victoria o una derrota. Va, entre otras cosas, de honrar nuestro pasado y, sobre todo, a nuestros antecesores. Que podemos estar tranquilos que las crónicas, ya sean de periódico, radio, agencias o web, desde el cielo serán celestiales.