Todo depende del cristal con el que se mire. Pocas actividades están tan expuestas a las interpretaciones como el fútbol. Y a la dictadura del resultado. Estaba pensando en el minuto 90 en las razones que asisten a Arrasate para lamentar la falta de contundencia defensiva de su equipo en los partidos contra Athletic y Brujas. La historia se repetía ayer en el campo del Valencia: demasiados balones sueltos al borde del área, excesivas pérdidas en la salida del balón, poca atención a los rechaces del portero. Con todo el equipo aculado junto a la línea que delimita el área, la cesión del terreno al rival era un problema añadido. Osasuna volvió a sufrir en las dos bandas; Gayá exigió mucho a Barja y el entrenador terminó doblando los laterales en ambos lados.

Fiarlo todo al juego aéreo de Catena y David García, por mucho que les avalen las estadísticas, es jugar con fuego, como así sucedió. Una mala inteligencia entre Iker Muñoz y Budimir regaló el balón al Valencia, que empató el partido con un pase al segundo palo en el que Hugo Duro ganó por potencia al capitán osasunista. Se veía venir, y si el 1-1 no llegó antes fue gracias a las intervenciones de Sergio Herrera. El entrenador también debería interrogarse sobre cómo contribuye él a mejorar la contundencia defensiva del equipo. Creo que todos los aficionados entienden lo complicado que está siendo gestionar este primer mes de competición, pero la mayoría también están sorprendidos de que un equipo construido de atrás hacia adelante deje ver grietas en los cimientos. Habrá que atribuirlo a los cambios en la línea de cierre, en la que aparecieron en Mestalla como novedades esta vez Areso y Juan Cruz, el diestro con buenas prestaciones en ataque en la primera parte y el zurdo, con problemas en la salida de balón y desbordado en su colocación. Lo curioso en este baile de laterales, en el que también hicieron acto de presencia Rubén Peña, Mojica y Nacho Vidal, es que uno de ellos acabara arreglando el entuerto.

Porque la contundencia es de ida y vuelta. Quiero decir que si no eres contundente defendiendo puedes serlo atacando. Y ahí desequilibró el partido Osasuna: dos disparos entre los tres palos, dos goles. Como en Vigo. No me hablen de suerte, es eficacia, lo que para un equipo que por lo general no hace muchas ocasiones de gol como visitante es un arma letal. Aimar no se puso nervioso en el penalti y Nacho hizo su particular versión del remate de chilena. Afirmar que Osasuna merecía la victoria más que el Valencia sería exagerado, pero ese punto de ambición final, de no dar por bueno el empate, tiene recompensa.

Contundente, por acabar, fue la apuesta del entrenador al elegir seis canteranos para el once inicial. El revulsivo acabó funcionando. Como la presencia en la titularidad de Pablo Ibáñez; el chico pide sitio: ocupó mucho campo, ayudó a tapar a Gayá, presionó en el medio campo y porfió para fabricar la jugada del penalti. Ibáñez no es solo el jugador que marcó el gol que clasificó a Osasuna para la final de Copa: ahí hay un futbolista de largo recorrido. Y ejemplo de superación. Lo digo de forma contundente.

Confidencial

Había plan B para sustituir a Canal. Hubo un momento en el que la directiva de Osasuna contempló la salida de Fran Canal al Celta. Ante la posibilidad de la marcha del director general en agosto, el club ya tenía avanzado el plan de su sustitución con un reparto de las funciones que viene realizando como medida de emergencia.

Valencia - Osasuna: vídeo resumen con los goles DIARIO DE NOTICIAS