Las opciones de evitar la ruptura del Govern catalán se diluyen como un azucarillo en una taza de té. Y el tiempo se agota. El documento de Junts para abrir una negociación exprés con ERC durante este fin de semana fue recibido con una exhibición pública de malestar por parte del president Pere Aragonès. La propuesta exigía readmitir al vicepresident Puigneró, y resucitaba viejos fantasmas como el papel que debe tener Carles Puigdemont en el diseño de la hoja de ruta independentista. Aragonès interpretó que el documento no está concebido para alcanzar un acuerdo y lanzó un ultimátum. Pidió a Junts que tome una decisión o, de lo contrario, la tomará él. Mientras tanto, el sábado llegó a su fin sin ninguna reunión ni contacto.

Quedan solo un puñado de horas antes de que Junts anuncie el lunes la pregunta que va a formular a su militancia para decidir sobre su continuidad en el Govern, una consulta que se resolvería entre el jueves y el viernes. Esta guerra de nervios continuó ayer en una fecha tan simbólica como el quinto aniversario del referéndum del 1 de octubre, donde un millar de personas pidieron la dimisión del Govern y de Aragonès, mientras otras voces susurran al oído del president que es el momento de dar un golpe sobre la mesa, manejar él mismo los tiempos, expulsar a Junts por propia iniciativa y poner fin a esa idea de que carece de un liderazgo fuerte. Haberlo hecho ayer, en pleno 1-O, hubiera sido traumático para un soberanismo desolado. Incluso Forcadell fue abucheada.

La agencia Efe informó de que Junts había fijado cuatro condiciones, entre ellas, la readmisión de Jordi Puigneró. El president lo destituyó por no haberlo informado de que Junts tenía previsto pedir una cuestión de confianza, y porque permaneció impávido en el escaño a su lado durante todo el pleno de política general del Parlament. Y esa cuestión de confianza ha sido precisamente el detonante de la crisis, de ahí que esta condición de Junts no pareciera realista a ERC.

Pere Aragonès afirma que "harán que Catalunya vuelva a votar"

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Pero, además, Junts propone que el Consell per la República funcione como paraguas del Estado Mayor que diseñará la hoja de ruta independentista. Eso supondría que Carles Puigdemont, desde Waterloo, tendría un papel clave en la coordinación de esa estrategia. Por otro lado, ERC se resiste a la unidad de acción en Madrid y las Cuentas estatales, porque supondría que Junts, con solo cuatro escaños, condicionara al grupo republicano, con 13. ERC tiene una mesa de diálogo con Pedro Sánchez de la que Junts no espera nada. Ahí se entronca otra de las condiciones: Junts quiere tener libertad para nombrar a sus representantes en la mesa de diálogo con el Estado.

“Si Junts no decide, lo haré yo”

Una vez leídas estas condiciones, el president Aragonès dijo en una entrevista concedida a La Vanguardia que la propuesta está pensada para no alcanzar un acuerdo. Dijo que valorará lo que diga Junts “si tienen una propuesta seria, con voluntad de acordar”, y les pidió que tomen una decisión rápida y definitiva. “Si no lo hacen, la tomaré yo. He demostrado que, cuando se han de tomar decisiones, aunque sean dolorosas como el cese del vicepresident, las tomo sin miedo porque tengo claro hacia dónde hay que ir. Junts debe decidir si son Govern u oposición. Muchas veces he tenido la sensación de que se quiere ser ambas cosas a la vez, y eso no es posible”, zanjó. Cuando se le preguntó si ERC está preparada para gobernar en solitario, dijo que prefiere no adelantarse porque no contribuye a la estabilidad.

En Junts conviven distintas opiniones. Una de las más duras con ERC es su propia presidenta, Laura Borràs, quien defendió que la propuesta de su partido es “asumible”. No obstante, en una jornada clave como el 1-O, aclaró que queda tiempo para solucionarlo. Al inicio de la manifestación para recordar el referéndum, Borràs dijo que la propuesta “ se basa en el acuerdo” de investidura. “Si uno firma un acuerdo, se tiene que hacer responsable de lo que ha firmado”, lanzó. El secretario general de JxCat, Jordi Turull, hizo un llamamiento a recuperar el “espíritu” del 1-O.

LAS CLAVES


Readmitir a Puigneró. En la propuesta enviada a ERC, Junts pide readmitir al vicepresident Puigneró, algo inviable para Aragonès por la pérdida de confianza que ha generado que no lo pusiera al corriente de la cuestión de confianza que iba a pedir su partido.

Consell de la República. El órgano que lidera Puigdemont en Waterloo tendría un papel clave en la dirección de la hoja de ruta.

Unidad en Madrid. ERC se resiste porque Junts, con cuatro escaños, condicionaría la acción política de los republicanos, con 13.

Mesa de diálogo. Junts quiere libertad para elegir su delegación.


QUEMA EN EL PARLAMENT


Incendian tres sillas con siglas de ERC, Junts y CUP. Decenas de personas llegaron a última hora de la tarde con antorchas y la pancarta 'Defensores mandato 1 octubre' ante el Parlament y quemaron tres sillas, en representación de los tres grupos independentistas, ERC, Junts y CUP. En Girona, los CDR quemaron un monigote de Aragonès.