Se acabó. El Parlamento de Navarra echa la persiana su décima legislatura y da paso ya a la campaña electoral, si es que alguna vez el debate político ha logrado salir de ella. El Legislativo celebró ayer su último pleno en un ambiente de despedidas y un buen rollo. Algo poco habitual en un clima político cada vez más polarizado donde las críticas de brocha gorda se imponen en prácticamente cada intervención. Y que ha sido especialmente destacado estos cuatros últimos años, en los que la derecha ha tratado de desestabilizar de forma permanente a un Gobierno en minoría parlamentaria que sin embargo ha sacado adelante todos sus proyectos legislativos.

Han sido 131 leyes aprobadas, muchas por mayoría y otras por unanimidad. Pero siempre con una mayoría de Gobierno que dentro de sus diferencias se ha demostrado estable. Así que el bagaje ha sido más que satisfactorio desde el punto de vista del Palacio de Navarra. El Gobierno de María Chivite llegó en 2019 con las dudas de si podría navegar en una mayoría política inédita hasta entonces. Cuatro años, una pandemia y una guerra en Ucrania después, puede presumir de una acción de ejecutiva nutrida y efectiva, al menos desde el punto de vista parlamentario.

El pleno de este jueves, el último antes de que la presidenta disuelva formalmente la Cámara el próximo lunes con la convocatoria de elecciones, ha sido un buen reflejo de todo lo anterior. Quizá no tanto en la camaradería que rodeaba el ambiente –muchos portavoces han aprovechado para despedirse–. Pero sí al menos en cuanto al resultado de las votaciones. Casi todo ha sido un 30-20. Con el PSN, Geroa Bai, EH Bildu, Podemos e I-E por un lado, y Navarra Suma, ahora fracturada en tres, por el otro, oscilando entre el voto en contra y la abstención.

Las leyes aprobadas

Al saco de la mayoría del Gobierno se han sumado otras cuatro leyes y un informe de las que deben ser las prioridades de una nueva Ley de Salud. Esta última salió adelante con el rechazo de Navarra Suma, que lo consideró una excusa para justificar la inacción en la gestión del Gobierno en la materia durante esta legislatura. La sanidad ha sido sin duda el hilo conductor, de principio a fin, de estos cuatro años.

En el resto ha habido un poco de todo, como si el Parlamento hubiera querido convertir la traca final en un reflejo de lo que ha venido siendo el trabajo de la legislatura. Dos ampliaciones de presupuesto para financiar las ayudas al transporte público y el sobrecoste energético de los ayuntamientos, y dos leyes que apuntan a la sostenibilidad mediambiental, la fiscalidad y la convivencia, ejes de la acción del Gobierno foral.

La principal de las cuatro aprobadas es precisamente la que mira a integración social. Una nueva normativa contra el racismo y la xenofobia que busca “la igualdad de trato y no discriminación por nacionalidad u origen étnico o racial”. Entre otras cuestiones, incluye la creación de un Consejo Navarro para la lucha contra el Racismo y la Xenofobia y la realización de un plan de lucha contra el racismo y la xenofobia.

La última de las leyes aprobada tiene que ver con el impuesto especial sobre los envases de plástico no reutilizables y ha salido adelante el voto en contra de Navarra Suma. Una normativa vinculada a la legislación estatal, pero que ha vuelto a dar pie a un debate fiscal y medioambiental que sigue abierto y queda, junto con el sanitario, para la legislatura que viene. Queda trabajo para después del 28-M.