El aprovechamiento comunal de las praderías serranas hizo que el hombre se abriese paso por la vertiente meridional de la sierra de Lokiz conquistando para ello lo más intrincado del barranco de Zologorri a través de sendas extraordinarias. Acuerdos de paz o facerías son la manera de gestión comunal ganadera que los municipios de navarros al sur de la sierra, enclavada en Lizarrerria, encontraron para regular el uso de los pastos altos. Para llegar hasta ellos las sendas de la comarca de Allin treparon por los collados más accesibles, aquellos que rompiendo la verticalidad de los crestones calizos, levantados como grandes barcos varados sobre el valle, permiten conquistar sus cumbres y llegar a la ermita de Santiago de Lokiz.

Nos dirigimos a Ollobarren para ganar la verticalidad que a simple vista parece inexpugnable de esas paredes anaranjadas. Después de atravesar el núcleo hacia su zona más alta, junto a su iglesia, comenzamos a caminar. Atravesamos una chopera y, luego, las carrascas, junto a bojes, enebros y aulagas delimitan la senda mientras aumenta el desnivel. Vamos en zigzag por senda de piedra suelta o cascajo mientras las vistas del valle de Allin y sus campos de cereal van quedando atrás. Culminamos la subida entre robles para tocar el roquedo. Y cuando parece que no hay paso, un pequeño escalón conocido como el rincón del raposo es la antesala por la que llegamos hasta el agujero de Ollobarren, un pasadizo natural de unos treinta metros de largo entre rocas.

Al salir de este corredor por su boca triangular, la luz nos deja ver que, si no nos distraen los roquedos y sus curiosas formas así como los árboles que arraigan entre sus fisuras, estamos alcanzando el alto de la sierra. La senda aún trepa para alcanzar el contrafuerte serrano y entre grandes rocas desemboca en la pista que viene de Ollogoien y que, cómodamente, hacia la derecha, se dirige hacia la ermita de Santiago de Lokiz llaneando o en suave descenso. 

Las carrascas y bojes se abren para ver el raso rodeado de prados donde se ubica la ermita de Santiago de Lokiz. Al abrigo del templo y su sala con cocina, se reunían los junteros de la Junta de los Dieces, representantes de los veinticinco pueblos implicados en la gestión comunal o facería de este territorio. Los límites de la facería se distinguen en el paisaje de la sierra de Lokiz, alargado sobre una meseta de veintidós kilómetros, por los mojones blancos que muestran en una de sus caras la imagen de Santiago a caballo.

JUAN CARLOS MUÑOZ

Aunque su austeridad arquitectónica lo desmienta, la ermita tiene categoría de basílica y ello es debido a su importancia como sede de reuniones de los junteros. Llegaban a caballo el día de San Miguel, 19 de septiembre, y oraban a San Cucufate, santo patrono hasta 1630. Fue entonces cuando la reunión anual comenzó a repetirse hasta tres veces al año, correspondiendo una de las jornadas, la más destacada, a la festividad de Santiago Apóstol; por lo que el templo quedó definitivamente consagrado al santo protector. 

Retornando a la pista el itinerario se desvía, cien metros más adelante, por senda que se encamina hacia el puerto de Ganuza. Es el momento de adentrarse entre bojes y enfilar hacia el barranco de Zologorri desde su cabecera. Entre paredones y en descenso pronunciado las vistas son espectaculares, entre abrigos y cuevas de roca. La senda con un laborioso empedrado en zigzag, hecho por las gentes del valle para salvar el desnivel de los acantilados, se precipita sobre el barranco. Es momento de bajar con atención o detenerse para deleitarse en lo extraordinario del panorama.

Los muros de piedra de la senda, sobre la que los buitres leonados suelen sobrevolar aprovechando las corrientes térmicas, desembocan en una cascajera que, una vez atravesada en diagonal, se convierte en sendero más amplio y de suave recorrido mientras hayas y grandes robles comienzan a sorprender al caminante con sus dimensiones. 

Ahora son las perspectivas del cañón, a nuestras espaldas, las que resultan imponentes, a medida que avanzamos hacia Ganuza. Tanto más si lo recorremos en otoño, cuando todos los matices de color de las hojas de hayas y robles convierten el cañón en un regalo para la contemplación.

El campo de fútbol a nuestra derecha y una puerta metálica verde nos indican la llegada al pueblo de Ganuza. Sin perder de vista el piedemonte de la sierra, nos acercamos a la iglesia de Santa Eulalia, con su estilo gótico renacentista, porque es la referencia para continuar camino cómodamente por pista hacia el punto de partida, Ollabarren.

Ficha práctica

  • Tipo de recorrido. Circular, dificultad media. 
  • Distancia. 7,4 km.
  • Tiempo. 2 h 30 min.

No te puedes perder. Estamos en territorio trufero, por lo que en el camino de acceso a la ruta encontraremos el centro interpretación de la Trufa que, en el valle de Metauten, nos explica todo lo referente al cultivo de este hongo gracias a su cultivo en encinas micorrizadas.

La trufa negra y la actividad que se desarrolla para su obtención son objetivo de este centro dedicado a tan misterioso hongo subterráneo. Los agricultores del valle de Allin conocen bien la producción cíclica de la trufa negra en un lento proceso llevado a cabo en los encinares de Lizarrerria entre los meses de diciembre y febrero.

En esa época se organizan visitas y experiencias relacionadas con la obtención de tan preciado hongo por sus excelentes propiedades gastronómicas.

RUTAS POR EUSKAL HERRIA

NAVARRA Barranco de Zologorri

Del libro Rutas a foces, gargantas y desfiladeros de Juan Carlos Muñoz y Mar Ramírez

Editorial: Sua Edizioak