¿Se imaginan la rotonda de San Jorge sin los 40.000 coches que la atraviesan cada día? Este domingo, el sueño de este barrio de Pamplona, que desde 2016 pelea para que se soterre una de las arterias principales de entrada a la ciudad, se hizo realidad.

Durante una hora, los vehículos desaparecieron, los vecinos ocuparon la calzada y los txikis jugaron a la rayuela, organizaron una carrera de sacos o hicieron puzles con sus padres. San Jorge soterra la rotonda.

Se puede pisar la carretera porque la rotonda es nuestra. Solo para el tráfico de personas”, se escuchaba desde los altavoces minutos antes de que comenzara la iniciativa.

Dicho y hecho. Decenas de vecinos hicieron caso al speaker, engalanaron los 27 semáforos con globos amarillos –color reivinidicativo que emplea la plataforma a favor del soterramiento– y la rotonda se transformó en un txikipark improvisado: kilikis que perseguían a las cuadrillas, campeonato de sokatira, dibujos con tizas de colores o niños y niñas que daban brincos dentro de sacos de paja.

“Estaría muy bien que los coches pasaran por debajo porque me divertiría más con mis amigos. Jugaríamos al pilla pilla porque tendríamos más espacio para correr”, comentó Ekain Dienez, 12 años, ganador de la carrera de sacos.

Ion Utiain ayudaba a sus hijos, Joel y Unai, a hacer un puzle de un barco pirata. “Peleo para que nuestros txikis vivan en un barrio con menos coches, ruido y contaminación”, señaló Ion, que todos los días cruza los pasos de peatones para llevar a Joel y Unai al colegio.

Vamos con cuidado y prestando mucha atención porque siempre hay demasiado tráfico. A las horas puntas, cuando entran y salen los trabajadores de Volkswagen, se forman unas colas tremendas.Y por aquí también pasan todos los autobuses que vienen de Bilbao o Donosti”, criticó. 

En septiembre del año pasado, el Ayuntamiento colocó cuatro nuevos pasos de cebra y semáforos –ya son 27– como medida transitoria antes de acometer la solución definitiva. “Da más seguridad, pero es un parche para no realizar el soterramiento, una excusa para que los vecinos estemos más contentos y no protestemos tanto”, reflexionó. 

Vermú en la calzada

Mientras los txikis jugaban, los padres cogieron las sillas y mesas de la taberna Payvi y se echaron el vermú en la carretera.

Queremos que se soterre por los críos, por el barrio y por la vida vecinal. Los problemas que genera la rotonda son obvios: tráfico constante, ruido y contaminación”, aseguraron César Rodrigo, Ricardo Sarria y Elena Jaso mientras disfrutaban de sus cervezas.

A pesar de que el barrio se está movilizando constantemente, Carlos veía “complicado” que, al final, se consiga el soterramiento. “Es muy difícil porque es una obra que te cagas”, indicó. 

Como colofón final, la docena de gigantes de San Jorge bailaron un vals y los vecinos se sacaron una foto de grupo al grito de “Soterramiento ya”. A las 12:59, un minuto antes de que terminara el permiso, la Policía Municipal pidió a los organizadores que desalojaran la rotonda. “Volvemos a la realidad, pero no lo dudéis, haremos nuestro sueño realidad”, concluyó el speaker.