Del 7 al 14 de julio, cada uno de los días durante las fiestas de San Fermín, decenas de mozos que minutos después correrán delante de las astas de los toros se encomiendan al santo, periódico en mano, para que les brinde protección en el encierro. Lo hacen en la subida de Santo Domingo, tanto creyentes como no creyentes, frente a una hornacina con una figura de San Fermín, y en tres ocasiones, a las 7.55, a las 7.57 y a las 7.59 horas. A San Fermín pedimos, por ser nuestro patrón, nos guíe en el encierro dándonos su bendición, es la letra de un cántico conocido en el mundo entero, una letra que entonan locales y foráneos por igual, desde el año 2009 también en euskera. El cántico celebra este año su 60º aniversario, pero, ¿De dónde y cómo surgió?

El cántico nace de una parte del himno de la peña La Única, compuesto por el maestro Turrillas y con letra de Joaquín Zabalza, de los Iruña’ko, que hicieron esta canción conocida por donde pasaron. “Hay versiones más o menos distintas, pero parece claro que el origen está ahí”, explica Carlos Albillo, gerente de la Asociación de Comerciantes del Casco Antiguo de Pamplona, que apunta que después la canción fue “recogida de alguna manera por los mozos que corrían el encierro, que comenzaron a cantarla espontáneamente”.

En un comienzo los mozos cantaban “al cielo”, según distintos testimonios que recoge Josu Asurmendi, de la Federación de Peñas, aunque pasa poco tiempo hasta que los mozos piden colocar una figura de San Fermín en uno de los ventanales del Hospital Militar –hoy la sede del Departamento de Educación del Gobierno de Navarra–, más o menos en frente de donde hoy se sitúa la hornacina. “Hay alguna referencia que dice que quienes ponen la figura son unas monjas de la caridad que hacían la labor de enfermería en el hospital”, explica Albillo. Así siguen las cosas hasta el año 81, en el que el Ayuntamiento habilita una hornacina para albergar la figura en el muro que está frente a donde se colocaba anteriormente.

Según cuenta Asurmendi, en los primeros años, entre los habituales de la cuesta de Santo Domingo se instaló la costumbre de pasar lista. Miguel Saralegui dirigía el cántico en esos primeros años, aunque rápidamente pasó el testigo a Javier Hermosilla, uno de los que no fallaban nunca, que desempeñó esa labor hasta el año 2008 –dejó de correr en 2009–.

Precisamente en 2009 se produce el último hito de los 60 años de cántico del encierro, ya que es en ese año cuando comienza a entonarse también en euskera, por iniciativa de varios corredores. Josu Asurmendi fue uno de esos corredores y explica que decidieron poner unos carteles para facilitar que quienes no conocen el idioma puedan cantarlo también. “Tuvo buena acogida y hoy en día no te diría que lo canta también en euskera el 100% de los corredores, pero sí el 98%”, apunta.

UN MOMENTO EMOTIVO

Después de dos años sin encierros, los corredores vuelven a pedir este año al santo que les eche un capotico, librándoles así de las situaciones peligrosas e imprevisibles que pueden darse en un encierro. En el caso de Javier Muñoz El Boti son tres, ya que sufrió el pisotón de un cabestro en la cabeza en el encierro del 8 de julio de 2019.

El Boti lleva corriendo desde el 72, desde el año 77 en la cuesta de Santo Domingo. Tenía dudas de si volvería a correr esta año, pero finalmente se decidió a hacerlo y no puede imaginar el momento del reencuentro con tantos amigos en la cuesta de Santo Domingo. “Tiene que ser algo increíble. Casi me emociono. Un reencuentro con tanta gente, el volver a revivir todas las emociones... No se cómo voy a afrontar todo eso”, reconoce el corredor, que asegura que una de las partes más importantes es el momento del cántico a San Fermín.

“Yo soy muy devoto del santo, lo tengo tatuado en la espalda. Para mí además de la tradición es un sentimiento. Se me ponen los pelos de punta de pensarlo. Es un momento en el que te agarras a San Fermín como si fuera un clavo ardiendo”, explica el corredor, que este año vuelve a revivir todas estas ocasiones.