Olatz Ormaetxea, psicóloga y profesora tutora del departamento de Psicología y Criminología de UNED Pamplona, fue la encargada de abrir el pasado jueves con la ponencia Los efectos de la pandemia en el camino a la madurez: adolescentes dañados. Durante su intervención, Ormaetxea, psicóloga habituada al trabajo con adolescentes en entidades como Fundación Ilundain y otras en Navarra, incidirá en las consecuencias que estos dos años han tenido en la salud mental de los y las jóvenes, incidiendo en aspectos como las relaciones sociales, nuevas patologías o la responsabilidad de las personas adultas.

Cuando la prioridad de la pandemia era proteger a las personas más vulnerables, vemos ahora cómo muchas/as jóvenes han sufrido también efectos negativos frutos de los periodos de aislamiento y falta de contacto social. ¿Nos hemos dado cuenta demasiado tarde de estos déficits? 

-Considero que en la pandemia, desde un principio, no se tuvieron en cuenta las necesidades y derechos de los menores. En países como Alemania se dieron instrucciones concretas de cómo explicar a los menores la circunstancia de pandemia, diferenciando la información por edades, por asesores de la salud de los menores: pediatras, psicólogos, educadores… además de respetar su derecho a salir al aire libre y poder jugaren un entorno natural en todo momento. En mi opinión, esto es prevenir y cuidar la salud de los niños/as.

¿Hasta qué punto la pandemia ha afectado a la salud mental de los y las adolescentes? ¿Qué consecuencias puede tener en el futuro? 

-Los menores, tanto los niños/as como los adolescentes, a pesar de ser los más vulnerables en la sociedad, tienden a tener recursos mayores que los adultos para adaptarse a situaciones nuevas pero eso no quiere decir que no hayan sufrido. Muchos niños y niñas has tenido regresiones de hábitos superados en su desarrollo y los miedos se han activado de diferentes formas. Además los menores que estaban en familias en situación de riesgo o desprotección han sufrido las consecuencia de no acudir al colegio y no estar bajo un “un control social” con el aumento de riesgo de abusos sexuales intrafamiliares, violencia intrafamiliar etc. Respecto a los adolescentes, han sido los más perjudicados, la etapa de socialización se ha visto limitada a las tecnologías y han tenido que convivir con padres “a veces desconocidos” muchas horas y bajo un control no habitual. Además el ciberacoso y las adicciones han aumentado significativamente. Hay menores que lo han llevado mejor que otros pero los que tenían dificultades pre-pandemia se ha demostrado que han empeorado su salud mental.

¿Ha cambiado también el papel de las personas adultas respecto a los y las jóvenes? ¿Qué responsabilidades debemos asumir a partir de ahora para acompañar con éxito a estas personas en su camino a la madurez? 

-No hay secretos nuevos. Respetarlos, comunicarnos con ellos y tratarlos de entender a pesar de ser una etapa de cambio y altibajos. Recordar nuestra propia adolescencia ayuda y la empatía y el respeto son fundamentales, además de una fluida comunicación.

La tecnología jugó un papel fundamental en las relaciones sociales durante la pandemia, pero también dejó al descubierto importantes brechas sociales. ¿Qué repercusiones ha tenido esta brecha digital en las relaciones adolescentes? 

-Mucha. Algunos adolescentes se quedaros aislados de la vida social, además de perder el hilo de los amigos, no podían seguir sus clases con normalidad por no disponer de suficientes dispositivos en casa. 

Hablando de tecnología, criticamos la falta de relaciones personales entre los y las jóvenes, sustituidas por el uso de móviles y otras tecnologías. ¿Es una nueva forma de comunicación que ha venido para quedarse y a la que, irremediablemente, debemos adaptarnos? 

-Estamos en la era de las tecnologías y bien utilizadas, nos facilitan la vida social y las interacciones. Debemos tener en cuenta la inmediatez como factor de riesgo y la mejor prevención para las familias es conocer y formarse en el correcto uso de las tecnologías. 

Habla de sentimientos de culpa, angustia, vergüenza, miedo… ¿Estos sentimiento se daban por igual en adolescentes en una mayor situación de vulnerabilidad que en el resto? 

-Si aunque ha incrementado en la población adolescente general.

Y, por último… ¿han mejorado los adolescentes tras estos dos añosde pandemia?

-Los que han superado los cambios vividos, se han visto más fuertes ante las adversidades, otros se han unido mucho a sus familias y los más vulnerables siguen sufriendo las secuelas.

Después de ésta amarga experiencia ¿hemos aprendido algo?

-Sí, esperemos que sí. Debemos prepararnos todos y todas: padres, madres, educadores/as, profesores/as, pediatras, psicólogos/as, psiquiatras etc, definiendo protocolos de actuación en todos los ámbitos mencionados en futuras emengencias.