Cuando tenía 39 años, la vida de Marisol Artica (Pamplona, 1978) “se puso del revés” tras detectar un bulto en el pecho mientras se duchaba. El diagnóstico fue “un auténtico jarro de agua fría”: tenía cáncer de mama. Ella, “terca por naturaleza”, fue superando cada uno de los obstáculos que se le presentaban en forma de biopsias, quimioterapia y operaciones. Ahora, comparte su experiencia y ofrece información clara y práctica sobre la enfermedad en el libro Mi cáncer de mama (y el tuyo) en 19 preguntas, que sale este miércoles a la venta con el objetivo de ayudar a otras mujeres y a sus acompañantes a afrontar una situación similar.

¿Cómo surgió la idea de escribir el libro Mi cáncer de mama (y el tuyo) en 19 preguntas?

–No surgió tanto de la necesidad de compartir mi experiencia, sino de la necesidad de información que yo sentí cuando empecé con todo el proceso. Cuando me detecté el bulto en la ducha, antes que miedo, sentí mucha incertidumbre. Y la manera de calmarla en parte era con una información veraz, sólida y cercana que era difícil de obtener. Había muchas fuentes, pero ninguna conseguía que yo me sintiera tranquila de verdad. Me ayudó bastante entrar en contacto con mujeres que habían pasado el cáncer de mama. Conociendo sus experiencias sabía un poco mejor a qué atenerme. Luego, cuando avancé con el tratamiento, me vi situada al otro lado: era yo la que explicaba lo vivido a otras mujeres y se quedaban más tranquilas. Entonces, pensé que tenía que contarlo como superviviente, como periodista y como escritora. Tenía todas las herramientas para que esto no llegara solo a 5 mujeres, sino a la sociedad en general. Así que concebí el libro como una guía que englobara la información médica y mi propio testimonio.

¿Por qué hay esa falta de información en torno al cáncer de mama?

–Los profesionales sanitarios te informan, pero cuentan con poco tiempo para hacerlo. Yo, que soy curiosa y periodista, tenía que preguntarlo todo corriendo. Quería saber y no tenían siempre el tiempo suficiente. Después, en internet hay que saber cribar las fuentes. Muchas veces, las páginas fiables son frías, con muchos términos técnicos que es difícil interpretar. Luego, tenemos otra fuente que son los foros y blogs yo diría de mujeres asustadas. Muchas veces se escribe en el momento con mucho dramatismo y, generalmente, solo se comenta cuando pasan cosas negativas.

¿Qué dudas suelen ser las más habituales?

–Por ejemplo, a mí me hubiese encantado saber en qué consistía exactamente la biopsia. Yo había ido sola a hacer la mamografía, me dijeron que tenía que hacer al día siguiente la biopsia y me quedé en estado de shock. No pude preguntar nada, bastante hacía con no echarme a llorar. Para mí fue muy desagradable y por eso intento describir cada trance en el libro. Lo que me hicieron y si me dolió o no. Esa es la información que yo hubiese querido tener. En la quimioterapia, los médicos te pasan un listado de efectos secundarios, pero es todo como frío y robotizado. Yo lo he intentado describir de una manera cercana, como se lo contaría a un amigo.

En su caso, ¿cómo fue el momento en el que descubre el bulto?

–Yo tenía 39 años y nunca me habría imaginado que iba a tener un cáncer de mama. Era un 7 de enero y había vuelto a Barcelona después de pasar unos días de Navidad en Pamplona. Duchándome, me paso la mano y noto algo más duro que sobresalía en la superficie. No era un bulto, porque el tumor medía ya 5 centímetros. Al principio, entré en negación y me autoengañaba pensando que no era nada. Pero seguía dándole vueltas, seguía palpándome y al final dije: “Bueno Marisol, no va a ser nada, pero pide cita en una consulta ginecológica y te quedas tranquila”. Y lo que ocurrió fue que, por fortuna, descubrí lo que en ese momento tenía y que además había llegado ya a los ganglios.

¿Cómo recibió el diagnóstico siendo tan joven?

–Un diagnóstico de cáncer siempre es muy difícil de asumir, pero cuanto más joven eres, creo que resulta más duro. A la sorpresa y al shock se une una especie de rabia. La típica pregunta de por qué a mí, si solo tengo 39 años. Al principio es un jarro de agua fría tremendo. Se te pone la vida del revés.

¿A quién se lo cuenta y cómo lo vive su entorno?

–En mi caso fue muy complicado y por eso recomiendo en el libro compartirlo desde el principio. Yo se lo había comentado a alguna amiga, pero ya está. Cuando de repente me encontré con el diagnóstico, estaba en Barcelona y tenía que contárselo a mis hermanas y a mi madre. Tenía que coger el teléfono y decirles que tenía un cáncer. Fue tremendo. Para mí, uno de los momentos más duros. Estaba más preocupada por cómo darles la noticia y por cómo la recibirían casi que por mí.

Supongo que el acompañamiento de familiares y amigos es fundamental en ese año y medio de tratamiento.

–La verdad es que, si tiene el cáncer algo bonito, es sentir a tu familia y a tus amistades cerca acompañándote y reconfortándote. Por otra parte, en el libro destaco la necesidad de aprender a acompañar, porque veo que estamos muy verdes. Y yo la primera. A alguien le pasa algo malo y necesitas como animarle, decirle que en nada estará bien. Estando enferma, me he dado cuenta de que no era lo que necesitaba oír en esas circunstancias. Yo necesitaba sentirme acompañada y a veces bastaba simplemente con la presencia. Al mismo tiempo, en el momento en el que quería estar sola, era importante que los demás lo respetaran.

¿Cómo afrontó el tratamiento?

–Como el tumor era muy grande, lo tenían que reducir primero. Por fortuna, gracias a la quimioterapia, desapareció por completo y la operación fue mucho más conservadora. En ese sentido tuve mucha suerte. Para mí, era imprescindible afrontar todo lo que me iba viniendo día a día. Es como una carrera de obstáculos y hay que ir paso a paso: biopsias, quimioterapia, operación... Vivía todo muy centrada en el presente porque, si intentaba ir más allá, me desgastaba. Con la quimio en concreto tenía mucha incertidumbre y miedo. Por ejemplo, pensaba que era todos los días y luego resulta que en el cáncer de mama es generalmente cada 21 días. Pero todo mi imaginario venía de las películas, de las series y tenía muchos miedos. Cada persona es un mundo pero, en mi caso, fue más llevadero de lo que pensaba. Evidentemente, hay muchos efectos secundarios que se sufren desde la punta de los dedos hasta el cuero cabelludo.

En el libro dedica un apartado a la decisión entre peluca y pañuelo, ¿es una duda frecuente?

–Sí, y a mí me pilló por sorpresa. Todo empieza a ocurrir muy deprisa y un día la oncóloga me dijo que, a los 17 días de la primera quimio, se me iba a caer el pelo y me quedé patidifusa. Yo tenía claro que no quería pañuelo, pero tampoco quería que se me notara la peluca. Me tuve que poner a investigar todo lo que había en el mercado, visitar tiendas y peluquerías. Y era lo último que necesitaba en ese momento. Por eso creo que es importante que las mujeres sepan con tiempo suficiente que van a tener que tomar esa decisión y que puedan hacerlo sin el estrés con el que yo lo viví. En mi caso, elegí la prótesis a medida y necesitaban 15 días para hacerla.

¿Le inquietó que pudiera tener metástasis?

–Sí. Esas semanas fueron de las más duras. En mi caso, había llegado el cáncer a los ganglios y era de crecimiento rápido. Me hicieron varios estudios de extensión y me miraron los huesos, el hígado, el cerebro y los pulmones. En esas semanas, no sabes si vas a tener buen pronóstico o si tus posibilidades de supervivencia se van a acortar mucho. Cuando te dan el diagnóstico y aunque el tratamiento sea duro, yo lo viví con otra serenidad. 

¿En qué momento vital se encuentra ahora y cómo le ha cambiado el cáncer?

–Me siento muy agradecida. Yo siempre he sido una persona con mucha vitalidad, lo fui durante el tratamiento y lo sigo siendo ahora. Después del cáncer, creo que he aprendido a quitarle peso a lo que no lo tiene y me parece importantísimo para mantener la serenidad en el día a día y disfrutar de la vida sin lastres. 

LA AUTORA

Periodista por vocación y escritora de corazón, la pamplonesa Marisol Artica Zurano ha publicado los libros infantiles El secreto del arce (AECC, 2013) y El País de los Espejos Rotos (Ediciones Palabra, 2010), además del manual de escritura creativa Cómo contar un cuento (CCS, 2013).

Autora también de diversos relatos y novelas para público adulto, imparte talleres de escritura y literatura en instituciones culturales y académicas como Civivox, Civican, Universidad Pública de Navarra (UPNA) y la Biblioteca de Navarra.

Ahora, publica su libro de testimonio Mi cáncer de mama (y el tuyo) en 19 preguntas (Reinas & Grillos Ediciones), ilustrado por la artista navarra Garazi Valluerca Albéniz.