“Een el colegio de mis hijas de un día para otro se les ocurrió dar una hora de alemán a la semana y era sí o sí. Para mi perfecto, no hay problema, saber idiomas no ocupa lugar. Pero me llamó la atención que no nos informaran. Por sondear un poco pregunté a otros padres, ¿os imagináis que se hubiera hecho esto con el euskera?, ‘yo las quito del colegio’, dijeron muchos padres”. ¿De dónde procede ese rechazo frontal y visceral al euskera que se vive y percibe en Tudela y en la Ribera? Esa experiencia que cuenta el abogado tudelano Fernando Laseca sirve para encontrar el origen de este reportaje. En el día del euskera había que analizar ese rechazo, esa marca y esa especie de estigmatización política que supone en la capital ribera estudiar, hablar en euskera o tan solo defender el derecho de quienes quieren hacerlo libremente, sintiendo orgullo de un idioma y de una riqueza que es navarra.

Para ello se han recabado opiniones y vivencias de cinco personas que no tienen nada que ver con quienes tradicionalmente lo defienden o lo atacan. Cinco tudelanos y tudelanas (algunos de nacimiento, otros no) que no tuvieran relación con centros donde se imparte, ni que sus hijos estudiaran en ikastola ni que militaran en ningún partido político. Cinco vivencias, cinco experiencias y cinco visiones sobre un idioma y su situación en la capital ribera donde su defensa se convierte en un cálculo de pérdida o ganancia de votos o incluso en pasar a que coloquen el sello de abertzale o nacionalista, con las consiguientes consecuencias sociales.

Con la intención se analizar y debatir sobre la situación del euskera Fernando Laseca (51 años, abogado), Lilian de Diego (43 años, administrativa), Javier Calvo (31 años comercial), Mario Gómez (71 años fotógrafo) y Elena Cisneros (administrativa) se juntaron delante de un café para contrastar opiniones y responder a preguntas.

A sus 71 años, Mario se siente navarro, aunque en las raíces de su familia y en su vida no falta ni un rincón de España, “llevo aquí desde 1965, donde ya echamos raíces. Mis padres eran de Barcelona y mis abuelos de Bilbao, Madrid, Cádiz, Palma de Mallorca…, pero yo nací en Albacete”. En su memoria tiene nítida aquella Tudela de blanco y negro a la que llegó, “era una ciudad donde había gente con raíces de euskera, pero que se hablaba castellano, aún estábamos en la dictadura. Hasta los 70, muy entrados, aquí no se empezó a mover nada sobre el euskera, no había gente que se preocupara de que se potenciara, la situación era distinta. Recuerdo en los 70 y 80 que empezaba a reivindicarse, surgieron movimientos ciudadanos en los que participé con gente que sí estaba por esa labor. Me considero navarro de adopción y creo que el euskera es una lengua propia de Navarra, que se ha potenciado bastante últimamente, pero que por razones más bien políticas sigue teniendo unas tiranteces alrededor que no se acaban de entender”.

Lilián lleva 16 años viviendo en Tudela. Catalana bilingüe de Barcelona, aunque de padres castellano parlantes, considera “una pena”, que se pueda llegar a perder un idioma y cree que la politización que se vive con el catalán o con el euskera no la padece el gallego. “Para mí un idioma es algo cultural y muy enriquecedor. Que no se le de esa importancia y que se pueda llegar a perder es muy triste. El euskera me parece muy complicado de aprender, pero no me hubiera importado que mis hijas supieran euskera si hubieran tenido posibilidad, de hecho me he preocupado de que aprendan catalán”.

“Entiendo que la situación del euskera es el reflejo del nivel de debate que hay en la sociedad. Se lleva la crispación, el enfrentamiento, no hay posibilidad de un debate y basta con ver el Ayuntamiento y el constante recurrir al ‘que vienen los vascos’ en cuanto se habla del euskera. No hay grises ni matices”, explica Fernando, un abogado tudelano de 51 años que estudió tres cursos de euskera en AEK y luego en la EOI, “es patrimonio de nuestra comunidad y de nuestro país. Siempre me han gustado los idiomas, no solo euskera o castellano, también el inglés o el italiano. Por eso me fui adentrando. Estudié derecho y pensé que de cara a futuro me podría venir bien, aunque en Tudela es todo lo contrario”, asegura mientras sonríe. “Aprenderlo era una cuestión más que nada sentimental, pero también práctica”.

El más joven de todos, Javi, reconoce que “yo he ido descubriendo el euskera conforme pasaban los años. Vengo de estudiar en dos colegios religiosos en los que el euskera no era una opción. A mi padre si que le gusta, pero a mi madre no. Mi padre quería llevarme a la ikastola y mi madre no. Son cuestiones políticas e ideológicas habituales en la Ribera”, afirma. En su caso, llegó a apreciar el euskera, aunque desconoce el idioma, por la música “me gusta su sonoridad. Es un tema un poco sentimental y también lo siento mío. Juega la selección y la gente la siente suya, pues yo el euskera es algo nuestro y habría que potenciarlo. No tienes que ser nacionalista o progresista para hablar en euskera. En Tudela parece que no puede haber una persona de derechas que hable en euskera, ¿Por qué? Es un idioma, no es política”. Javi, comercial pero sumergido desde hace 15 años en la música, se declara “nacido y pacido aquí, siempre he vivido en Tudela y me gusta. He buscado trabajos que me permitan seguir aquí”.

Por último Elena, que no puede acudir al café al estar de viaje, trabaja en un despacho de abogados, y pese a que ha intentado estudiarlo, reconoce que “mi cabeza no da para más. No lo usaba para nada, porque mi vínculo de amistades no lo ha hablado nunca, quitando mis hijos, que unos lo hablan más que otros. Tenía mucho interés por aprenderlo y fui a cursos de adultos. Era más por curiosidad, como podía haber aprendido japonés, porque los idiomas son cultura y cuanto más sepas de todo, mejor”. Elena reconoce que está muy politizado, “hablas de euskera y la gente ya levanta las manos, ‘¡los vascos!’ Lo relacionan con la política y los tiempos vividos con el terrorismo. Yo tengo ya unos años y hubo una época que ni se hablaba, ni te dejaban hacerlo pero en nuestra juventud había gente relacionada con el euskera y no estaba tan politizado. Creo que ha ido a peor con el tiempo, y según con qué alcaldes más”, añade.

Reivindicación por el euskera en el Día de Navarra de hace unos años en Tudela. Miguel Ángel Galilea

¿Politizado?

A la hora de buscar el origen de la imagen y la politización del euskera en Tudela, Javi, tudelano de pro, pese a su juventud, no puede ser más claro, “es tremendo aquí. Vas a otro país cualquiera e intentas aprender dos palabras para manejarte (Inglaterra, Marruecos...), pero aquí por decir Agur en euskera parece que vas a sacar una metralleta del bolsillo y pegar un tiro”. Por su parte, Mario, navarro de adopción, cree que la sensación de que Tudela “es el culo de Navarra” tiene mucho que ver. “Tudela no deja de ser la segunda ciudad de Navarra y desde las instituciones hay una reivindicación constante de esa capitalidad y eso tiene que ver mucho con ‘es que en Pamplona, con vascones...’, yo creo que eso está ahí de forma inconsciente e influye en la forma de ser y de verlo. Creo que hay un rechazo, no digo que esté justificado, pero hay gente que ve una imposición y no se trata de imponerlo, sino de asumirlo. Creo honestamente que los que no tenemos ni idea de euskera, ni tenemos raíces, ni nada, aunque solo sea porque llevamos viviendo muchos años en Navarra sabemos que es un patrimonio de Navarra, con origen incluso más antiguo que el castellano. La política es perversa de por sí y usa el euskera en un sentido o en otro, y no solo desde la derecha”.

Sin embargo, para Fernando, esa marginación de la Ribera con respecto a Pamplona “no es en absoluto real. Es propaganda. Tampoco estoy seguro de que haya esa estigmatización solo con el euskera. Eso pasa con todo, si defiendes otras cosas te pueden decir lo mismo. Estamos en un momento en que parece que por opinar distinto a otro estás equivocado o te ponen el sello que sea”.

Elena es bastante pesimista porque cree que el maltrato al euskera en Tudela “cada vez va a peor. No sé si en Navarra y en esta zona en concreto tiene solución. Te oyen en euskera y ya te marcan como abertzale, etarra y no sé cuántas cosas más. Es la derecha la que siempre va en contra y como ahora nuestro alcalde fomenta tanto ese odio pues no ayuda nada”.

Según estas opiniones, la clave sería saber si realmente en Tudela da votos atacar al euskera, “así llegó al poder Toquero. Da votos sin ninguna duda, el euskera y ‘¡que vienen los vascos’”, apunta Fernando, “si, yo también lo creo, ha sido la bandera que ha hondeado Toquero”, añade Javi. Mario trata de analizarlo, “la derecha navarra ha sido muy rancia y está en contra de muchas cosas, entre ellas el euskera. No me extraña que lo utilice pero me gustaría saber la razón, ¿es solo política o hay más de fondo? En Pamplona habrá mucha gente que sepa y defienda el euskera, pero luego llegan a la política en la derecha y el euskera les rechina y es un arma política y me gustaría entender por qué ocurre esto”.

¿Zonificación?

La ley del Euskera divide en tres zonas a Navarra (zona vascófona, mixta y zona no vascófona), algo que ha marcado el eje de las polémicas y que muchos reivindican la necesidad de su desaparición para igualar a todos los habitantes. Sin embargo, para Fernando el centro del problema está en el Amejoramiento Foral. “Dice que el único idioma oficial de Navarra es el castellano. Deberíamos partir de ahí, es de hace 40 años y habría que modificarlo. Luego habla de ciertas zonas... pero creo que los idiomas oficiales deberían ser el castellano y el euskera. ¿Que deben tener tratamiento distinto?, sin ninguna duda, el Norte no tiene nada que ver con la zona media o la Ribera. Pero es complicado porque entiendo que haya gente que no quiera aprender euskera y no estoy de acuerdo con la imposición, que nunca ha existido también ha y que decirlo”.

Elena ve más claro la eliminación de la zonificación, “no tendría que haber. Si gente de Tudela quiere hablar el euskera y conocer esa cultura que no le pongan trabas. ¿No están fomentando tanto el inglés? Tendría que ser lo mismo, porque si no se produce una marginación hacia la gente de la Ribera porque tienen menos posibilidades de aprender euskera. El que quiera que lo aprenda, que no se obliga a nadie ni hay imposiciones”.

Según la opinión de Javi, uno de los primeros pasos que se ha de dar para acabar con la zonificación es fomentar la demanda del estudio del euskera en los colegios, con la presencia del idioma en centros públicos. “Es cierto que ahora hay muchas más posibilidades para quien lo quiere estudiar”, añade Fernando, “pero aunque está la ikastola debería haber un centro público donde se impartiera. La ley dice que ha de ser a demanda, y lo cierto es que no hay esa demanda, pero igual lo que hay que hacer es no poner zancadillas. Igual no hace falta fomentar, pero tampoco impedir. Hubo un modelo D al que no se presentaron familias, pero igual se podría crear y centralizar una línea D en una localidad que no fuera Tudela y al que acudieran los de Tudela”.

Respecto a la zonificación, Fernando muestran su “indignación” por el hecho de que el euskera no se cuente como un mérito en las oposiciones de Tudela, “uno de los criterios de valoración es saber idiomas. Si sabes inglés da puntos, si sabes euskera no. ¿Cómo se puede entender? Eso se está haciendo, es discriminatorio y es real”.

Lilián se centra en las comparaciones. “Yo tengo amigas opositoras que no les parece bien que pidan euskera, porque no lo hablan, pero para tener más opciones en los colegios bilingües se ponen a estudiar inglés. El euskera no, pero el inglés no lo ponen en duda. Es verdad que el euskera no se oye en la calle en Tudela y la verdad es que eso no anima. Tengo conocidos cuyas hijas van a la ikastola, pero en el patio con sus amigos hablan en castellano. Eso en Cataluña no pasa, a mi me cuesta horrores hablar en castellano con mis amigas”.

¿Soluciones?

Tras más de una hora de debate, llega el momento de buscar soluciones, porque la situación parece clara, “no hay una colisión de derechos como para que la gente se oponga. Uno de los grandes problemas siempre es que mi derecho a la libertad choque con el tuyo, pero eso no pasa aquí. Solo se pide algo sin que eso perjudique a otra persona. Lo principal debería ser quitar los prejuicios, ¿como? No lo sé. Lo ideal sería decir ‘señores políticos no utilicen esto en el debate’, pero eso es una entelequia”. Pese a todo, Fernando apuesta por una mirada positiva, “creo que las cosas han cambiado, lo que echo en falta es que no haya un sitio público para aprender en euskera. Educación, educación y educación. Ésa es la clave. Lo ideal sería que en todos los colegios españoles se enseñase un poco de catalán, gallego, euskera, unas mínimas nociones y valorar lo que tenemos. Quizás a través de la asignatura de valores que parece que va a ser obligatoria se podría hacer algo”.

En esa misma línea se pronuncia Mario, “Educación es la base y no ir a la confrontación de tú me has ofendido, a ver cómo te puedo ofender yo a ti”. Para Javi “quizás el camino sería cambiar el Amejoramiento que ha dicho antes Fernando, para decir ‘no es lo que quieras o creas, esto es así y está en la ley’. Yo en mi cuadrilla, que somos 20, me siento muy minoritario por defender el euskera y creo que eso es un reflejo de Tudela. En mi cuadrilla soy el euskaldún, aunque no sé nada de euskera. Antes veía una juventud más reivindicativa pero ahora parece que todo es pan y circo y se lucha menos por las cosas”. “Igual se podría por empezar enseñándolo como se está haciendo con el alemán a nuestras hijas, introduciéndolo poco a poco”, propone Lilian.

Para concluir Fernando cuenta una anécdota que le sucedió en la oficina de Correos de Tudela, “fue hace unos años. Vino uno del Ayuntamiento de Tudela a recoger una carta y la devolvió porque en el sobre ponía Tuterako Udala (Ayuntamiento de Tudela), porque la habían enviado desde Pasajes. Pasó hace tiempo, pero podía haber pasado ayer perfectamente. Me parece una clara muestra de ignorancia. Si hubiera venido la carta en inglés no la habría rechazado, estoy seguro”.

Momentos en la memoria

En la época más reciente, y solo como muestra, cabría recordar cuatro momentos, cuatro hitos que dibujan el trato que se le da al euskera en Tudela y su utilización política. El último una manifestación que pedía respeto al euskera y la eliminación de la zonificación, lo que motivó que el alcalde, Alejandro Toquero, pidiera el compromiso del Gobierno para que el euskera no fuera nunca oficial en Tudela y su afirmación de que “la manifestación no respetó ni a Tudela ni a los tudelanos. Me preocupa que llegaran autobuses a decir cómo tenemos que hablar y cómo tenemos que pensar”.

Al margen de éste hay otros, como los silbidos y pitos a la tudelana que al lanzar el cohete en fiestas de Tudela en 2018 lo hizo en euskera, por primera vez en la historia, al grito de “¡Gora Tutera, gora Santa Ana!”. Aquella joven que lanzó el cohete en 2018, casi no durmió durante la noche anterior pensando si decirlo o no en euskera, “temía la reacción de la gente”, dijo.

También quedan en la memoria los abucheos y carraspeos en el salón de plenos en Tudela cuando Milagros Rubio en 2011 hizo su toma de posesión en castellano y euskera. Como último hito cabría recordar en 2012 la decisión de Roberto Jiménez, entonces consejero de Administraciones Públicas del PSN, que ordenó retirar el rotulo en euskera de los nuevos juzgados Palacio de Justicia. Juztizia Jauregia, a instancias de Luis Casado, porque Tudela es zona no vascófona.

Pese a todo, según las cifras del Gobierno en 2020 el número de vascoparlantes en Navarra era superior a 75.000 y otros 43.000 afirmaban entenderlo, de todos ellos la mayoría reside en zona no vascófona. En Tudela ikastola Argia cumple 40 años en 2024 y más de 800 alumnos han terminado allí sus estudios conociendo el idioma, a lo que se añaden otros recursos como clases en algunos centros, AEK o la EOI.