La Asociación de Consumidores de Navarra Irache recomienda “informarse bien” antes de inscribirse en una academia para preparar oposiciones o en cualquier otro curso de formación. La asociación ha recibido en los últimos meses casos de personas que “creen que el curso que han pagado no responde a lo prometido”.

Según explica, “el coste solo de los temarios o materiales de preparación suele suponer entre 250 y 500 euros y si se trata de un curso completo, que incluye clases presenciales con profesor, el precio aumenta y suelen situarse entre 1.000 y 2.000 euros o incluso superarlo”. Sin embargo, una vez pagado el precio, algunas personas “se sienten engañadas”. En estos casos, se trata de ver si hay un “incumplimiento”, por lo que hay que observar los servicios incluidos en el contrato.

Una de las quejas vienen de personas que han pagado por un temario “supuestamente válido” para preparar las pruebas pero, al recibirlo, han comprobado que “en realidad no es un contenido elaborado, sino simplemente los primeros resultados descargables de búsquedas simples en internet”. “En estos temarios hay contenidos que no tienen ni tan siquiera que ver con el contenido de la oposición y otros que están obsoletos”, critica Irache en una nota.

Al reclamar “la empresa dice que al descargarse el material ya se ha renunciado al derecho de desistimiento”. Sin embargo, al insistir desde Irache en que se trata de un “incumplimiento contractual” se ha conseguido devoluciones del dinero.

En otros casos el conflicto se da en la diferencia entre lo que prometió el comercial, generalmente por vía telefónica, y la “realidad del servicio”. Según indica la asociación, “no es extraño que verbalmente se dé a entender que es una formación presencial, de máxima calidad, con todas las garantías, con seguimiento y servicio de tutoría y que luego solo se trate de un material y, en el mejor de los casos, el acceso a un campus online, por ejemplo”.

Puede pasar también que “las clases online diarias prometidas en las que podía interactuar con alumnos y profesores sean en realidad la grabación de clases presenciales impartidas hace meses y que no ofrecen ninguna posibilidad de interacción”.

Otras veces sucede que quien contrató el curso cree que, como paga mes a mes, “puede dejar el curso cuando quiera”. Sin embargo, se trata de un curso completo en el que se ha pactado un pago a plazos o una financiación y, cuando el consumidor deja de pagar, le reclaman todo lo que queda del precio total.

Por otro lado, explica Irache, la publicidad de algunos de estos cursos “los asocia a conseguir un empleo y muchos ciudadanos que se inscriben creen que, si hacen el curso, el puesto de trabajo está garantizado. Sin embargo, el contrato solo habla de un servicio de enseñanza”.

Algunos cursos de formación ofrecen prácticas “en las mejores empresas” pero, transcurrido un tiempo, “las prácticas no se ofrecen con la calidad prometida o pasa el tiempo, a veces dos años, y estas no salen”. En otros casos, “en la publicidad se asegura un título con carácter oficial cuando no es así”.  

Si el curso se contrató a través de internet o fuera de la academia, se dispone de catorce días tras recibir el material para echarse atrás. Si ya se ha superado el plazo, “habrá que ver si hay incumplimiento por parte de la academia para buscar una solución”.