La Fundación Clima-Klima Fundazioa instó el martes en el Parlamento de Navarra a implantar medidas para mitigar de forma decidida el cambio climático, una realidad energente y cotidiana que es “de extrema gravedad”. En una sesión de trabajo en la Cámara foral, una representación de la fundación expuso los resultados de su trabajo en torno al cambio climático y propuso a las instituciones navarras “pasar página de la desinformación y de las dudas”, y tratar socialmente el cambio climático como una realidad “emergente, cotidiana y de extrema gravedad”.

“Las medidas de mitigación que la ciencia considera imprescindibles, principalmente el abandono de los combustibles fósiles, quedan sólo al alcance de las grandes Conferencias Internacionales, que hasta ahora únicamente han producido una frustración creciente entre los estudiosos del clima y el futuro de la ecología de la Tierra”, sostuvieron los representantes, entre los que se encontraban, entre otros, el delegado de la Aemet, Peio Oria, el ambientalista Mikel Baztán, el ecólogo Rafael Alday o el director del Planetario, Javier Armentia. A su juicio, el conjunto de medidas que pueden adoptar las ciudades y los pueblos, la ciudadanía y las empresas pasan por la “renaturalización y la gestión de la radiación solar, que son la clave de la supervivencia de nuestros modos de vida”.

“Es un esfuerzo económico, tecnológico y social de naturaleza inédita, por su escala y su carácter, pero con un objetivo igualmente ambicioso: recomponer las deterioradas relaciones entre la humanidad y su propia casa”, subrayaron los expertos. En este sentido, recordaron que ciudades europeas tan emblemáticas como París o Atenas llevan más de un curso trabajando a marchas forzadas para lograr una adaptación al cambio climático. “Las cifras de fallecimientos, atribuibles directamente al impacto de las olas de calor rozaron, en nuestro continente, los cinco ceros en el verano de 2022, unos 70.000 fallecimientos”, insistieron desde la Fundación Klima, que planteó “un esfuerzo colectivo” para que Navarra no se quede atrás en el verdadero desafío del siglo: la supervivencia de la población, la protección de las cosechas y el control de recursos vitales, como el agua.