Karlos Arguiñano visitó la pasada semana el programa ‘Y ahora Sonsoles’ de Antena 3 para presentar su último libro, ‘Cocina de 10 con Karlos Arguiñano’. Además de dar a conocer su nuevo trabajo, el cocinero vasco abordó cuestiones como una futura retirada, algunos entresijos del formato de cocina que conduce en la cadena de Atresmedia y, sobre todo, el precio que tuvo que pagar por salir en la televisión.

El chef guipuzcoano, que ve muy cercano el horizonte de su jubilación, piensa que su hijo Joseba, que sale de vez en cuando en ‘Cocina abierta’, podría ser su sucesor. “Algunos le conocéis porque va una vez a la semana a mi programa, pero en el futuro yo creo que puede sustituir tranquilamente a su padre porque tiene unos conocimientos extraordinarios”, detalló, visiblemente orgulloso. El famoso cocinero tiene ya 75 años, con una larguísima trayectoria a sus espaldas. “Ya he llegado a la cumbre. Soy el mayor de los que estamos en televisión”, le contó a Sonsoles Ónega, que no daba crédito a lo que escuchaba de su invitado. “Hace poco estuve mirando y de los que aparecemos en televisión, estamos Carmen Lomana y yo, somos de la misma quinta”, puntualizó Arguiñano.

En ese preciso instante, cuando la presentadora le dijo que no aparentaba su edad por su buen estado físico, el cocinero lanzó un dardo a la socialité: “Pero yo no me he empezado a estirar todavía”, aseguró, en referencia a los retoques estéticos que se ha hecho la también empresaria para mantener una apariencia más juvenil. Otro de los asuntos que abordó el invitado fue el momento en el que le quitaron la Estrella Michelin. “Tuve mi Estrella Michelin en su momento y luego empecé en la televisión y me la quitaron por envidia. Las envidias son muy malas”, lamentó Karlos Arguiñano sobre el alto coste que se vio obligado a pagar por su salto a la pequeña pantalla.

Lo que no se ve en televisión

Durante entrevista, también hubo tiempo para mostrar la otra cara del programa ‘Cocina abierta’. Es decir, lo que jamás se ve ante las cámaras, especialmente cuando alguno de los platos no sale como se esperaba: “Lo que pasa es que yo estoy haciendo un programa de televisión y, si algún día algo me queda muy feo, lo repito. Un fallito me aguanto, pero yo no puedo presentar eso. Yo estoy enseñando a la gente cómo hacer las cosas, entonces como sé que ha sido un error mío digo: ‘Esto cortamos de aquí, volvemos para atrás y sacamos otro medio kilo de lentejas'“, explicó el chef sobre lo que sucede en las grabaciones.

Más tarde, Sonsoles Ónega se interesó en una de las cuestiones que más interés suscita entre la audiencia: “¿Y coméis luego lo que cocináis?”. Ante esta recurrente pregunta, el invitado contestó afirmativamente y con cierto humor: “El equipo es antiguo, pero no se le ha ido el hambre, y no hay ni uno gordo porque comen sano”.