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“El contagio de Pajares sirvió para alertar a la sociedad y a los gobiernos sobre este gran problema de salud en África”

Pocos días antes de marchar a Liberia para combatir el ébola, José María Viadero recibe la noticia del galardón concedido a la ONGD Juan Ciudad, que él preside

“El contagio de Pajares sirvió para alertar a la sociedad y a los gobiernos sobre este gran problema de salud en África”Foto: Juan Ciudad ONGD

madrid - Mientras ultima los preparativos para su viaje a África, ensalza la labor de los misioneros españoles fallecidos, Pajares y García Viejo, y pide respeto a la decisión tomada para que fueran repatriados. Viadero considera este reconocimiento como un importante apoyo a la labor que la fundación realiza en Liberia y Sierra Leona y una inyección económica para reabrir los hospitales en la zona.

Han sido meses difíciles para Juan Ciudad tras la muerte de varios religiosos que luchaban contra el ébola. ¿Qué supone el premio para la ONG?

-Hemos perdido a cuatro hermanos y una hermana. Han sido víctimas de ese compromiso y esa entrega, se han quedado allá hasta el final, hasta que han caído enfermos. No solo están ahí por el ébola, ya que hay muchas más enfermedades que no se están tratando por culpa de este terrible brote. Por eso este premio es un privilegio, y aunque éramos conscientes de que la plataforma de ONG Redes había presentado nuestra candidatura, no nos lo esperábamos. Es un reconocimiento a este problema del ébola que ahora está en auge pero que lleva 40 años olvidado. Ahora, porque nos toca más de cerca, se está armando este jaleo.

¿En qué invertirán los 15.000 euros?

-Irán a la campaña Paremos el ébola. Destinaremos el dinero tanto a logística como a trajes de prevención, atención, dedicación y sensibilización, en definitiva, en todo lo que se necesita para poder reabrir un hospital en lo que a mí me gusta llamar Territorio ébola. Aquello no es la zona cero, porque no está vacío, sino que está lleno de muerte y a la vez lleno de vida. Vamos a empezar abriendo un hospital materno-infantil, que no va a contar con pacientes de ébola, por lo que también será necesario crear una zona de triaje para que los sospechosos permanezcan en cuarentena y no lleguen a ingresar en el hospital.

Tras el positivo de Teresa Romero el temor al contagio se ha extendido, pero sigue siendo en África donde está el foco del problema.

-Está faltando dinero, pero lo más importante son los recursos humanos, el personal cualificado. Los hospitales están prácticamente cerrados porque no hay forma de controlar si quien llega al hospital está infectado o no. Ahora se puede morir cualquiera de una enfermedad simple que de normal tendría cura. Aunque el miedo es libre, si fuera otra enfermedad que tiene cura sería muy distinto. En este proceso está la voluntad del que se ofrece a ir pero luego también hay que formarles. Hay que hacer simulacros y por lo que estamos viendo durante este tiempo de formación hay gente que se lo replantea otra vez.

Si en Occidente el protocolo ha fallado, ¿cómo se sobrelleva en África?

-Mandamos trajes de máxima seguridad, ya que colabora la ONG Farmamundi. Aunque son de la calidad requerida, el 100% de seguridad no existe ni aquí ni en África. Formamos a los sanitarios diciéndoles qué es el ébola, cómo se transmite y cómo se previene. No obstante, esto es como aprender a andar en bicicleta, con una charla no se aprende, sino con la práctica y hay que perfeccionar a base de errores. Entiendo como una lectura positiva el contagio de Miguel Pajares porque alertó a la sociedad y ayudó a los gobiernos a prepararse para atajar el problema del ébola.

La repatriación de los religiosos fue muy cuestionada por temor a que se extendiera la enfermedad. ¿El premio sirve para acallar esas críticas?

-El caso del padre Miguel era el primero que llegaba a Europa y claro que hemos tenido errores, pero era algo nuevo. Todo el mundo tiene derecho a opinar, pero hay que tener tolerancia con las opiniones contrarias. Esa reacción fue fruto de la histeria colectiva, del miedo. Ha habido mucha gente muy dura con nosotros pero aún han sido más quienes nos han apoyado. El premio nos anima a seguir y nos damos cuenta de que no estamos solos. Yo estuve en todas las negociaciones para el traslado y la única razón era que ambos querían venir, y eso para nosotros era lo que valía. Como ciudadanos españoles tenían el derecho, ¿quién soy yo para cuestionarlo?

En cambio, esas voces críticas con el traslado se unieron para intentar evitar el sacrificio del perro de Teresa Romero, Excalibur...

-El factor humano y la reacción de las personas son muy curiosos. Hay cosas que no podremos entender. Yo respeto todas las opiniones pero no entiendo cómo parte de la sociedad puede portarse de determinada manera cuando hablamos de dos personas y de otra al hablar de un animal. El factor humano es contradictorio y así como hay pueblos de Ghana donde se vende carne de perro en los mercados, a nuestra sociedad eso le repugna.

El galardón, aunque es fruto de quienes componen la ONGD, inevitablemente tiene nombres propios como el de la hermana Paciencia o García Viejo. ¿Cómo les definiría?

-Paciencia es muy trabajadora, sencilla y comprometida con el hospital. Su nombre le va muy bien. Cuando estaba ingresada decía resignada que les dejaban allí para morir, pero con serenidad. García Viejo era un gran amigo mío y si enfermó fue porque quiso quedarse. Tres veces cambió el billete de avión, lo retrasaba porque decía que le necesitaban en Sierra Leona. Estaba enfermo y seguía trabajando, su obsesión era que los pacientes no se quedaran solos. Cuando le trajeron a España solo pensaba en curarse para volver, y eso es lo fuerte, sobre todo después de las críticas a su traslado.