Un discreto cartelito en ucraniano, castellano y euskera frente al monumento al Encierro de Pamplona da una pista correcta de bienvenida a las mujeres que llegan buscando el Centro de Atención a la Emergencia en Ucrania en Navarra. Dentro, las oficinas de la Dirección General de Políticas Migratorias del Gobierno de Navarra en la Avenida Roncesvalles de Pamplona se han transformado en una amalgama de sonidos, voces, sollozos, risas, griterío y timbres de teléfonos. El espacio de trabajo de los funcionarios y funcionarias del departamento ha sido desplazado ligeramente y conquistado para poner una sala de espera con pinturas de colores, cuentos y juguetes.

Apenas unos días después de que Rusia comenzase a bombardear Ucrania, el día 7 de marzo de 2022, los técnicos del Gobierno de Navarra conectaron allí mismo y dieron de alta el teléfono 848 421 971 en una mesita de las oficinas de la Dirección General de Políticas Migratorias. Sin pensar entonces en la relevancia que ese pequeño gesto tendría más tarde. Ese fue el primer paso de lo que hoy, 45 días después, es el Centro de Atención a la Emergencia en Ucrania. Desde ese primer día el teléfono no ha dejado de sonar ni un solo segundo.

El Centro de Atención a la Emergencia en Ucrania se pensó en un primer momento como un "recurso de urgencia", tal y como indica la directora general de Políticas Migratorias del Gobierno de Navarra, Patricia Ruiz de Irizar. "La idea inicial era articular de una manera sencilla las innumerables demandas de información que comenzamos a recibir, tanto de la ciudadanía navarra de origen ucraniano, como de las personas que tienen vínculos con el país o que querían hacer ofrecimientos de ayuda".

Ruiz de Irizar explica cómo en estos primeros días la oficina se ha transformado en un punto de referencia para todas aquellas personas que vienen a Navarra huyendo del conflicto en Ucrania. Así, cerca de 1.300 personas se han puesto en contacto con el Centro de Atención a la Emergencia de Ucrania, de las que 500 han sido citadas presencialmente allí, otras tantas han sido atendidas en sus localidades o bien por teléfono.

Además, se han resulto unas 2.700 solicitudes de información —la mayoría de ellas telefónicas y por email— de las cuales gran parte eran fruto del interés de vecinos y vecinas de Navarra que han puesto sus segundas viviendas, sus recursos o su talento a disposición de estas extraordinarias circunstancias.

En este primer mes y medio de vida de la oficina, se han añadido tres líneas de teléfono y gracias a un contrato de emergencia con Cruz Roja se han incorporado cinco profesionales del ámbito social y el derecho para atender las demandas de las familias ucranianas que llegan a la oficina.

Apoyo e información

El Centro de Atención a la Emergencia en Ucrania tiene una funcionalidad muy práctica y operativa. Desde aquí se dan citas en Policía Nacional para que las personas recién llegadas de la guerra obtengan su protección temporal y regularicen su situación como refugiadas además se les reparte una pequeña guía de bienvenida a Navarra que contiene información relevante sobre el empadronamiento, sus derechos relativos a salud, educación, libertad sexual, formación profesional y otros tantos detalles que necesitan saber.

Además, cuando vienen grupos numerosos se dan charlas grupales junto a las trabajadoras sociales y pueden resolver sus dudas con María Álvarez Urturi, abogada de Cruz Roja especializada en asilo y refugio, y Virginia Eraso, directora del Servicio Karibu de Acogida y Acompañamiento del Departamento de Políticas Migratorias y Justicia.

"Poco a poco hemos ido incorporando más cuestiones al apoyo que ofrecemos en la oficina, empezamos de forma muy modesta, tratando de dar respuesta a cuestiones muy básicas a esa enorme demanda de información que requerían en un contexto muy cambiante", explica Ruiz de Irizar. Ahora, pasados unos días y más asentadas, "estamos incorporando desde los cursos de español, vías de incorporarse a la Universidad Pública de Navarra, en la que nos consta que ya hay algunas alumnas ucranianas, u ofrecer charlas de información a través del Servicio Navarro de Empleo para aquellas mujeres que quieran comenzar a trabajar", añade.

"Sin olvidar que casi el 90% de las personas que llegan procede de Ucrania son mujeres con menores a su cargo, por lo tanto, debemos prestar especial atención a cuestiones importantes como la violencia machista o aquellas mujeres que puedan haber sido víctimas de trata o que sufran estrés post-traumático de la guerra u otras dolencias de bienestar emocional. Para ello estamos elaborando protocolos y colaboraciones con Salud y el Instituto Navarro para la Igualdad", añade la directora general de Políticas Migratorias.

Los ojos de la guerra

María Francisca Arrosagaray, trabajadora social de Cruz Roja es una de esas cinco profesionales encargadas de atender en la oficina, junto a Tibisay, Federica, Paula y María. "Durante los primeros días apenas nos podíamos despegar del teléfono, poco a poco, se solapaban las llamadas. Por un lado, había muchas personas de Ucrania demandando información y por otro una enorme ola de solidaridad de la ciudadanía navarra que quería ofrecer ayuda, acoger familiar u ofrecer viviendas. Fue un poco frustrante esos primeros días porque lamentablemente, no llegábamos a todo".

Para María Francisca, que anteriormente trabajaba en la atención de personas mayores en Cruz Roja, lo más duro es ver directamente cara a cara "los ojos de la guerra". "Recuerdo el primer día cómo vino un chico ucraniano que residía en Navarra, un muchacho que se derrumbó a llorar. Él estaba aquí con su padre que tenía cáncer y estaba recibiendo tratamiento oncológico, pero no lograban sacar a su madre y sus hermanas de Ucrania. Hablaban con ella y les contaba que dormían en la bañera, para protegerse de los bombardeos. No tenían sótano y ese era su único refugio", explica Arrosagaray.