"En mi vagina no entra nadie más". Ana, de 47 años, tomó esta decisión cuando su cuerpo dijo "basta" tras años de prácticas sexuales dañinas e insatisfactorias. Reconoce que entendió mal lo que era la liberación sexual: "Mis relaciones estaban condicionadas por muchos hombres, juergas y alcohol porque era lo que consideraba que me empoderaba". En las noches de fiesta se sentía poderosa, pero la resaca emocional siempre llegaba: "Al final terminaba sintiéndome utilizada".

Detrás de toda esta mezcla de sensaciones, el coitocentrismo –ese mandato que dicta que la penetración es el centro de todo encuentro sexual– jugaba un papel esencial. A Ana, este tipo de relaciones ocasionales le llevaron a sentirse mal y, tras desarrollar varias enfermedades de transmisión sexual, decidió que algo tenía que cambiar. "En aquella época conocí a un hombre que practicaba tantra. Cuando íbamos a acostarnos juntos me dijo que no podía penetrar en el primer encuentro. Entonces me di cuenta de que era posible acostarse con alguien sin penetración y empecé a probarlo". Éste ha sido un proceso largo, que ha acompañado con terapia, y que le ha ayudado a ser más consciente de su propio deseo. "Mis relaciones ahora son mucho más conscientes y limitadas. Con eso quiero decir que son menos frecuentes y soy capaz de poner más límites".

"Tengo un límite: no ser penetrada en el primer encuentro. Hay hombres que me lo han agradecido"

Ana - 47 años

Consciencia. Mikel, de 48 años, coincide en que ése ha sido el punto de inflexión que le ha llevado al clímax de su vida sexual. "Ahora me miro más a mí mismo, sé quién soy, estoy más a gusto conmigo mismo, y desde ahí conecto más fácilmente con la otra persona". A Mikel le gusta experimentar en el sexo, más allá de cuestiones morales y barreras sociales. "Me cansé de estar con muchas chicas porque para mí follar era como ir al gimnasio, hasta que fui consciente de que lo que buscaba era más intimidad emocional con la otra persona. Esos encuentros me desgastaban física y emocionalmente, por eso decidí estar dos años de celibato". Ahora, disfruta plenamente de sus relaciones sexuales y asegura que la penetración no juega un papel fundamental en ellas.

"Me cansé de estar con muchas chicas porque follar era como ir al gimnasio. Eso me desgastaba"

Mikel - 48 años

El ‘empotrador’

Ana advierte a los hombres de que tiene un límite: no quiere ser penetrada en el primer encuentro. "Muchos no me vuelven a llamar, pero otros me lo han agradecido". Esto no quiere decir que haya excluido la penetración completamente de sus relaciones, pero prefiere ir poco a poco y disfrutar del abanico de posibilidades que ofrece un encuentro sexual.

Históricamente, el coito es lo que ha definido "llegar hasta el final" en un encuentro erótico. Así lo han dicho las películas, las series, el porno, las novelas eróticas... Sin embargo, este tipo de aprendizaje, según las educadoras sexuales Lola González y Estela Buendía, genera muchas veces frustración. "Un hombre hombre tiene que estar siempre dispuesto al sexo, tiene que excitarse a la mínima, su pene tiene que estar siempre duro y las erecciones tienen que ser largas. En los encuentros eróticos los hombres tienen que cumplir un guion y tienen que hacer todo lo posible por que sus parejas lleguen al mismo nivel de excitación, disfrutar los dos y llegar al orgasmo", añaden las expertas.

En este tipo de relaciones, el pene se convierte en el centro de todo el encuentro, algo que genera una presión tal en algunos hombres que les lleva a tener problemas de erección y a fingir orgasmos. Y es que, el marco del empotrador, no entran los penes flácidos o que haya hombres a los que no les guste la penetración. Y de este mandato no escapan tampoco las parejas homosexuales, aseguran.

La otra cara de la moneda es el de la mujer multiorgásmica, hiperlubricada, que alcanza sus orgasmos a través del coito. Un mito desmentido una y otra vez por los diferentes estudios que se hacen. De hecho, solo el 25% de las mujeres tienen orgasmos vía vaginal sin la estimulación directa del clítoris. Lamentablemente, este tipo de encuentros deja fuera de escena muchos cuerpos y prácticas.

¿Qué es una relación sexual?

Lola y Estela suelen iniciar sus sesiones con varias preguntas: ¿Qué es una relación sexual para ti? Si no hay orgasmo, ¿es una relación sexual? Si no hay contacto genital alguno, ¿es una relación sexual? Ellas lo tienen claro: un sí rotundo. "Gran parte de nuestro trabajo es deconstruir la educación sexual que se recibe". De hecho, agradecen algunas excepciones en pantalla como la serie Sex Education o la película La consagración de la primavera, que han mostrado encuentros sexuales con personas con diversidad funcional.

Es el caso de Ahmed, de 29 años, usuario de silla de ruedas con una lesión medular, debido a lo cual vive su sexualidad con una inhibición total de sus zonas genitales. "He vivido experiencias sexuales plenas en las que la imaginación me ha permitido sentir una penetración ficticia mientras en lo físico solo existía un roce en mis zonas genitales, viviendo orgasmos placenteros entre ambos (relación entre hombre y mujer)", cuenta. "Además, estimulo otras zonas de mi cuerpo que me permiten recibir mucho placer y que no involucran penetración", añade.

"Hay personas que no logran desligarse de la idea de vivir la penetración como algo vital"

Ahmed - 29 años

Cuando Ahmed ha establecido vínculos sexuales con personas sin diversidad funcional, asegura que en ocasiones "se han sentido cómodas apartando la penetración fálica como el punto de placer máximo y vivir otras maneras de dar y recibir placer". "Pero también hay personas que no logran desligarse de la idea de vivir la penetración como algo vital", sostiene. Una de sus parejas sexuales ha sido Olatz, de 39 años, quien ha llegado a descubrir puntos erógenos en su cuerpo que antes no conocía. "Aprendo mucho de esto; no me hubiese visto nunca en relaciones sexuales con personas con pene sin poder hacer uso de él, pero hay otras zonas en las que se puede hacer disfrutar igual e incluso más".

"No me hubiese visto nunca en relaciones sexuales con personas con pene sin poder hacer uso de él"

Olatz - 39 años

Encuentros eróticos

Las sexólogas Estela Buendía y Lola González prefieren hablar de encuentros eróticos en lugar de relaciones sexuales: "Se trata de contactos entre personas en los que cada una expresa sus deseos para pasarlo bien, desde el respeto y el consentimiento". Y ahí entra todo un abanico de posibilidades. Hasta hace tres años, María, de 42 años, mantenía relaciones heterosexuales. Sin embargo, ahora solo tiene encuentros sexuales con mujeres. "En general, muchas veces, con hombres se da por sentado cómo tiene que ser el encuentro, sin apenas preguntar y sin explorar mucho, se suele dar por hecho que siempre tiene que haber coito, relegando todo lo anterior a algo menos importante cuya utilidad es llegar a la penetración", sostiene.

"Muchas veces, con hombres se da por sentado cómo tiene que ser el encuentro, sin explorar mucho"

María - 42 años

"Ahora los llamados preliminares es toda una experiencia sexual en sí misma, por supuesto completa y con muchas más posibilidades", apunta. Y, contestando a las preguntas que las educadoras sexuales hacen en su consulta, concluye: "Para mí tener una relación sexual plena es cuando hay deseo, cuidados, placer, comunicación y conexión. Y, evidentemente, sin necesidad de penetración de ningún tipo y también sin necesidad de que haya orgasmo".