el pasado martes el pleno del Parlamento Europeo reunido en Estrasburgo, ratificaba la candidatura de la hasta ahora ministra de Defensa alemana, Ursula von der Leyen, como nueva presidenta de la Comisión Europea. Cuando tome posesión de su cargo, el próximo 1 de noviembre, será la primera mujer en dirigir el gobierno europeo. Su discurso, continuista en gran medida de las políticas llevadas a cabo por antecesor de centro-derecha, Jean-Claude Juncker, tuvo guiños suficientes a la izquierda moderada, a los liberales y a los Verdes, lo que posibilitó, aunque con el exiguo margen de nueve votos a favor, el plácet de la Eurocámara a su nombramiento. Una intervención en la que expuso con claridad la Europa que quiere contribuir a construir basada en un pacto verde para Europa; una economía que funcione para las personas; una Europa apta para la era digital; proteger nuestro modo de vida europeo; una Europa más fuerte en el mundo y, por último, un nuevo impulso a la democracia europea.

El sueño del ‘Green Deal’ Von der Leyen se presentó ante los eurodiputados con una defensa de su candidatura bien armada. Veinticuatro páginas bajo el título Una Europa que lucha por mí y que arrancaron con el compromiso de crear un Pacto Verde para Europa. Un acuerdo verde para Europa que incluye una estrategia de biodiversidad para 2030 y un plan de acción de Nueva Economía Circular que se centra en el uso sostenible de los recursos. Se trata de cambiar de forma radical el actual modelo de producción y consumo para alargar el ciclo de vida de los productos y servicios y llevando a cabo una auténtica revolución de los estilos de vida de los europeos. Su ambición en este sentido es absoluta, pues, en sus propias palabras, “la necesidad de un planeta saludable representa nuestro mayor desafío y responsabilidad”. Propuso objetivos de reducción de emisiones más ambiciosos (de entre el 50% y el 55% en 2030) y se comprometió a preparar un “tratado verde para Europa” y una ley europea sobre clima en sus primeros cien días como presidenta de la Comisión y que contará con un paquete de inversión sostenible hasta alcanzar un volumen de un billón de euros en una década.

Empleo y bienestar social Su segundo gran desafío lo fija en lograr una Europa más social. En un nítido gesto hacia los socialdemócratas, habló de desarrollar un plan para combatir el desempleo y de establecer un salario mínimo obligatorio. “Toda persona que trabaje a tiempo completo debe ganar un salario mínimo que le permita llevar una vida digna”, señaló la ya presidenta. Partiendo de la dificultad que hoy aun tienen muchas familias europeas para llegar a final de mes, Von der Leyen quiere establecer una economía que sirva a la gente y, para ello, está convencida que debe “repartirse la carga entre todos”, incluidos los gigantes tecnológicos que operan en Europa sin compensar a los ciudadanos europeos por su acceso al capital social y humano de la UE, en referencia a compañías como Google, Facebook o Amazon. Pero tampoco dejó de lado uno de los retos principales de la Unión, la migración. Enfatizó que los valores europeos también obligan a salvar vidas en el mar y deben reflejarse en una política fronteriza humana. Aboga por un “nuevo pacto sobre migración y asilo” y que todos los Estados miembros deberán asumir su responsabilidad, sobre el principio de solidaridad.

Más Europa es más democracia Consciente de que su candidatura ha sido cuestionada por no producirse mediante el spitzenkandidaten, es decir, que el Parlamento Europeo elija entre los cabezas de lista que se presentaron a las elecciones europeas, se mostró partidaria de reforzar dicho sistema y abrió la puerta a reconsiderar la creación de listas trasnacionales. Apoyó el derecho de iniciativa del Parlamento Europeo y se comprometió a presentar una propuesta legislativa en respuesta a cada resolución que la Cámara apruebe con mayoría absoluta de sus miembros. Quiere que los europeos participemos más en la política de la Unión y para ello se plantea la puesta en marcha de una Conferencia para Europa en 2020 y a lo largo de dos años, en la que los ciudadanos deberán tener un papel activo. Respecto a los ataques al Estado de Derecho en algunos países del Este, la presidenta fue inflexible en la defensa de los valores europeos y anunció que planea implantar un mecanismo de vigilancia para toda la UE. Y, finalmente, en una declaración nítidamente de igualdad de género, su colegio de comisarios respetará el equilibrio de paridad y exigirá que la violencia contra las mujeres sea definida como delito en el Tratado de la UE. Con este ambicioso plan europeísta, Ursula von der Leyen logró seducir a la mayoría de los eurodiputados, ahora le queda la tarea mayor, hacerlo con nosotros los europeos.