nueva york - La Misión de Investigación independiente de la ONU para Birmania (Myanmar) denunció ayer que la violencia sexual empleada por el Ejército birmano en 2017 es un factor más que indica “el intento genocida del Ejército de Birmania para destrozar a la población rohinyá”.
“Fue realmente una manera de intentar destrozar a la población, de expulsarlos, de obligarlos a abandonar” el país, afirmó en Naciones Unidas Radhika Coomaraswamy, miembro del grupo de investigación de Naciones Unidas, que este jueves presentó un informe sobre la violencia sexual en Birmania.
En agosto de 2017, en represalia a varios ataques contra puestos de la Policía por parte de guerrilleros del Ejército de Salvación Rohinyá de Arakan (ARSA) en el estado de Arakan (en el oeste del país), el Ejército birmano lanzó una brutal operación militar que resultó en el desplazamiento a Bangladesh de más de 700.000 miembros de esta etnia.
La misión de la ONU, que recibió su mandato en 2017 para investigar violaciones de derechos humanos cometidas por las Fuerzas Armadas de Birmania, conocidas como Tatmadaw, concluyó en un informe presentado en agosto del año pasado que los militares habían intentado perpetrar un genocidio contra la minoría musulmana rohinyá.
El documento presentado hoy profundiza en la cuestión de la violencia sexual y aborda de manera más exhaustiva cuestiones como la esclavitud sexual, la violencia sexual en el contexto de trabajos forzados y violaciones sobre las que no se había indagado, como las violaciones de hombres y niños, así como los abusos contra personas transgénero.
Para Coomaraswamy, en el origen de estos abusos está la estrategia del Ejército, “que permite el uso de la fuerza contra la población civil para castigarla e intimidarla” y, precisamente, una de esas herramientas de intimidación es la violencia sexual que fue registrada en los estados de Kachin y Shan, pero sobre todo en el de Rakhine.
“Los soldados, de manera rutinaria y sistemática, emplearon la violación, la violación en grupo y otros actos de violencia sexual y actos sexuales forzados contra mujeres, niñas, niños, hombres y personas transgénero en una evidente violación de las leyes internacionales sobre derechos humanos”, destaca el informe.
En este sentido, la delegada de la misión insistió en que la investigación arroja que “la militarización de Birmania en todas las facetas” está relaciona con “los altos niveles de violencia sexual”.
El estudio también considera que “el marco discriminatorio de las leyes y prácticas (en Birmania), incluso en tiempo de paz, contribuye y agrava la violencia contra las mujeres en tiempo de guerra”, pero aún más en el caso de los rohinyás.
Además, la experta apuntó que en ese país está muy extendida la negación de lo que está ocurriendo y que tampoco cuenta con los “mecanismos independientes requeridos” para investigar todos estos casos, por lo que sería necesaria la puesta en marcha de un “mecanismo internacional”.
Más allá de esto, Coomaraswamy también recomendó la necesidad de una reforma de los cuerpos de seguridad y, en especial, del Ejército bajo una supervisión civil. Una cuestión que presentó como difícil debido a la red económica y clientelar tejida por los militares con empresas dentro y fuera del país. - Efe
No regresan a Birmania. Ningún rohinyá se presentó voluntario este jueves para regresar a Birmania (Myanmar), un fracaso inicial del segundo intento de repatriación en menos de un año, aunque las autoridades bangladesíes no descartan que en los próximos días algún refugiado pudiera cambiar de opinión. Cinco autobuses, dos camiones y diez microbuses esperaban desde las 9.00 (3.00 GMT) en el Campo-26, el más próximo a la frontera birmana en Teknaf, en el sureste de Bangladesh.