Tras cuatro meses de silencio, el presidente de EEUU, Joe Biden, afronta mayor presión internacional y doméstica para aclarar si mantendrá el acuerdo de su antecesor, Donald Trump, con el que Washington reconoció la soberanía de Marruecos sobre el Sáhara Occidental a cambio de una normalización de relaciones con Israel.

El mandatario está recibiendo presiones para tomar una decisión por parte de senadores demócratas y republicanos, así como de poderosos grupos de presión proisraelíes. Además, algunos de sus aliados en Europa, como Madrid y Berlín, atraviesan ahora crisis diplomáticas sin precedentes con Marruecos.

Pese a todo, el Departamento de Estado repite lo mismo que lleva diciendo desde que Biden llegó a la Casa Blanca el 20 de enero pasado.

La línea oficial es “no se ha tomado ninguna decisión” y se está realizando una revisión de la política de Washington hacia esa parte del mundo, como se ha hecho con Corea del Norte o con Cuba.

El silencio es lo que predomina en este asunto, aunque hace dos semanas el portal Axios informó de que, durante una llamada, el secretario de Estado, Antony Blinken, había dicho a su homólogo marroquí, Nasser Bourita, que por el momento no tenía previsto revertir la decisión de Trump.

En ese momento, la respuesta del Departamento de Estado fue la misma: estamos revisando esta política y aquí no hay nada que ver.

Sin embargo, en opinión de varios analistas, Washington no podrá mantener ese silencio durante mucho tiempo y está abocado a decidir entre tres posibilidades.

La primera opción que tiene Biden es dar marcha atrás y volver al ‘statu quo’ antes de Trump, es decir, no reconocer la soberanía marroquí sobre los territorios que ocupa desde 1975 en la antigua colonia española del Sáhara Occidental, considerada por la ONU un territorio no autónomo en proceso de autodeterminación. Otra opción sería mantener el reconocimiento a la soberanía marroquí, pero condicionarlo a progresos diplomáticos para resolver el conflicto, explicó Jacob Mundy, profesor de la Universidad Colgate en el estado de Nueva York.

El tercer escenario sería mantener la proclamación presidencial de Trump, pero no tomar ninguna decisión que la “haga realidad”. Por ejemplo, Biden podría negarse a destinar fondos a la apertura de un consulado estadounidense en el Sáhara Occidental, tal y como había anunciado su antecesor. “Lo cierto es que no sé qué dirección tomará la Administración”, reconoce Mundy.

El mutis actual de EEUU, sin embargo, es “insostenible” porque podría tener consecuencias nefastas para la estabilidad del norte de África, tal y como muestra la situación en Ceuta, dijo Riccardo Fabiani, director del International Crisis Group para esa región.

“Lo que está pasando en Ceuta muestra muy bien que si dejas el problema sin tratar, al final ese problema vuelve y hay consecuencias”, argumentó Fabiani.

Especialmente preocupante para Washington podría ser la actitud de Marruecos, que ha vivido unas duras horas de tensión con España después de la llegada a la ciudad española de Ceuta de más de 8.000 migrantes; mientras el líder del Frente Polisario, Brahim Gali, recibe atención médica en España.

Además, Marruecos mantiene un pulso diplomático con Berlín y ha suspendido todos sus contactos con la embajada alemana en Rabat aparentemente por desacuerdos sobre el Sáhara Occidental.

Para el investigador del Real Instituto Elcano, Haizam Amirah Fernández, el “envalentonamiento” de Marruecos es consecuencia de las concesiones de Trump a Rabat.

A esas dificultades, se suma la presión interna que Biden ha recibido por parte del principal grupo proisraelí en EEUU, AIPAC, que teme que un cambio de postura de Washington sobre el estatus del Sáhara Occidental lleve a Rabat revocar su reconocimiento de Israel como Estado.

Frente a ello, un grupo de 27 senadores -13 republicanos y 14 demócratas- enviaron en febrero una carta a Biden para que revirtiera la “decisión equivocada” de Trump y renovar su compromiso con un referéndum para determinar el futuro de la antigua colonia española.

Otros actores que han ejercido presión sobre Biden son los legisladores de origen cubano que se oponen al apoyo que Cuba presta a la República Árabe Saharaui Democrática (RASD) y, por tanto, suelen apoyar a Marruecos.