Bruselas - La Comisión Europea (CE) tomó ayer la decisión de pedir al Gobierno italiano que corrija su borrador presupuestario presentado al Ejecutivo comunitario en el que se contemplaba un déficit del 2,4% del PIB, muy superior al 1,6% pactado con Bruselas. Pierre Moscovici, comisario de Asuntos Económicos y Financieros, aseguró que hay “una desviación clara, aguda, asumida e incluso reivindicada”. La decisión estaba ya cantada desde hacía tiempo, pero no por ello deja de ser un choque político y económico sin precedentes. Ayer martes y por primera vez en la historia de la zona euro la Comisión Europea ha rechazado las cuentas de un Estado miembro. Cuando Giovanni Tria, ministro de Finanzas, respondió a la carta enviada por la Comisión Europea el jueves pasado en la que expresaba su preocupación con las cuentas ya estaba claro que el choque era inevitable. Tria explicaba en su misiva que la decisión había sido “difícil pero necesaria”. Y ayer martes el Ejecutivo comunitario tomaba una decisión que a su juicio es difícil, pero que también es necesaria.

Tras debatirlo en el colegio de comisarios celebrado en Estrasburgo, donde estos días está teniendo lugar el Pleno del Parlamento Europeo, Valdis Dombrovskis, vicepresidente a cargo del Euro, y Pierre Moscovici, comisario de Asuntos Económicos y Financieros, pidieron a Roma que reelabore sus cuentas para corregir la desviación que reflejan. Para ello el Ejecutivo italiano tendrá tres semanas.

Dombrovskis señaló durante la rueda de prensa que a la Comisión Europea no le ha quedado “otra opción” que rechazar los presupuestos. “El Gobierno italiano está yendo abierta y conscientemente contra los compromisos asumidos”, aseguró el vicepresidente comunitario durante su comparecencia.

Por su parte Moscovici aseguró que el Ejecutivo comunitario no se enfrenta a un caso dudoso sino a “una desviación clara, aguda, asumida e incluso reivindicada”. Ambos insistieron en que las cuentas que pretende aprobar Roma no garantizan la sostenibilidad de la deuda pública italiana que se sitúa en el 130% del PIB. “Italia dedicó en 2017 la misma cantidad de dinero al servicio de la deuda que a la política de educación”, aseguró Dombrovskis.

El vicepresidente señaló que “romper las reglas puede ser tentador a la primera vista, da una ilusión de liberarse. Es tentador curar la deuda con más deuda”. “El dictamen de hoy no debería sorprender a nadie, ya que el proyecto de presupuesto representa una desviación clara e intencional de los compromisos asumidos por Italia el pasado mes de julio”, añadió Dombrovskis, que insistió en que la puerta de la Comisión Europea “no está cerrada” y siguen pidiendo diálogo para evitar tener que utilizar las limitadas y difíciles herramientas que el Ejecutivo comunitario tiene a su disposición para intentar que un Estado miembro consiga corregir unas cuentas que violen el Pacto de Estabilidad y Crecimiento. Moscovici señaló que “la deuda es el enemigo del pueblo” y aseguró que se está ante un momento “grave y duro”. El vicepresidente, por su parte, recordó que es necesario mantener la confianza: “La zona euro se basa en lazos sólidos de confianza, sostenidos por normas que son comunes para todos”.

Desde que el Gobierno aprobara ese nuevo objetivo de déficit Bruselas ha lanzado muchas señales a Roma para que cambiara el rumbo. Jean-Claude Juncker, presidente de la Comisión Europea, recordó que Italia había hecho uso de toda la flexibilidad que permite el Pacto de Estabilidad y Crecimiento y aseguraba que si no se hacían cumplir las normas de dicho Pacto sería el final del euro. El luxemburgués también aseguró que si la Comisión permitía a Italia salirse con la suya y sin una reacción por parte del Ejecutivo comunitario eso podía provocar una “reacción violenta” por parte del resto de Estados miembros de la Eurozona.

¿Y ahora qué? El pulso que ahora mantendrán el Gobierno italiano y la Comisión Europea viene anunciándose desde el 27 de septiembre, cuando los viceprimeros ministros Luigi di Maio, líder del Movimento 5 Stelle (M5S) y Matteo Salvini, líder de la Lega, forzaron el brazo de Tria y le obligaron a aceptar unos presupuestos con un déficit que triplica el objetivo. Ahora el Ejecutivo italiano tiene tres semanas para enviar unos nuevos presupuestos corrigiendo los puntos señalados por la Comisión Europea en su carta el pasado jueves en la que aseguraba que las cuentas italianas reflejaban una “desviación” sin precedentes en la historia del Pacto de Estabilidad y Crecimiento.

Si Italia no envía unas nuevas cuentas en tres semanas, algo que evitarán salvo que la reacción de los mercados obliguen al Gobierno a ceder, la Comisión Europea tiene una serie de herramientas que puede utilizar, un proceso complicado que podría acabar con Roma volviendo al Pacto de Estabilidad y Crecimiento y, en última instancia podría finalizar en sanciones.