el 28 de octubre de 1978, y convocada inicialmente por el PNV y secundada después por partidos como PSOE, ORT, o PCE-EPK, se celebró en Bilbao la primera gran manifestación contra la violencia y para exigir a ETA el abandono de su actividad. Bajo el lema Por una Euzkadi libre y en paz se reunieron en la capital vizcaína miles de personas -se llegó a calcular 50.000-, en una marcha que pasó a la historia como la manifestación de las palomas porque fue igualmente histórica la imagen de un militante jeltzale al frente de la marea humana con dos palomas blancas en sus manos.

Ese mismo día, HB y Gestoras Pro Amnistía, y bajo el lema Atzoko eta gaurko gudarien alde, convocaron una marcha que debía partir de la actual Plaza Unamuno en el Casco Viejo de Bilbao -entonces Plaza Brigadas de Navarra- hasta Artxanda.

El exdiputado y exsenador del PNV Iñaki Anasagasti recuerda que dentro del EBB del partido hubo discrepancias sobre la necesidad de convocar la manifestación. “Había dirigentes que no estaban por la labor, de la misma manera que hubo muchas Juntas Municipales que mostraron de forma interna su discrepancia y no acudieron a la manifestación”, señala. De hecho, según informaba un rotativo madrileño, al menos 72 de las ochenta Juntas Municipales de Bizkaia estaban en contra de la iniciativa tomada por el Euskadi Buru Batzar. Sin embargo, tras una reunión celebrada en Galdakao, las aguas volvieron a su cauce y la militancia jeltzale secundó la iniciativa lanzada por sus dirigentes. Anasagasti afirma que era necesario salir a la calle. “Teníamos por delante el debate sobre la autonomía y se debía dejar claro que el PNV no tenía nada que ver con la violencia que ejercía ETA”, asegura.

UCD también se unió a la convocatoria, pero tres días antes el PNV envió una nota al partido de Adolfo Suárez pidiéndole que se retirase de la misma, al considerarle “corresponsable” de la situación de violencia “por su negativa sistemática a adoptar lo que siempre hemos señalado como el mejor antídoto: las soluciones políticas”.

A la misma hora que arrancaba la manifestación Por una Euzkadi libre y en paz desde el Sagrado Corazón, la Policía, entonces los grises, cargaban contra los manifestantes de la izquierda abertzale en la plaza Unamuno y en las escaleras de Mallona. No dejaron ni desplegar la pancarta en un Casco Viejo tomado por efectivos policiales ya que se llegaron a contar 14 furgonetas y cinco autobuses. El saldo final, junto a una decena de detenidos, fue de cinco heridos graves.

Cambio de recorrido Bajo estos parámetros la marcha por la paz tenía previsto subir por Sabino Arana (entonces Avenida José Antonio Primo de Rivera) hasta la calle Autonomía (Gregorio Balparda) para transitar por ella hasta llegar a Zabalburu y bajar por Hurtado de Amézaga hasta el Ayuntamiento.

Sin embargo, cuando la manifestación transcurría por Autonomía a la altura de la confluencia con la calle Doctor Areilza, los organizadores tuvieron conocimiento de que militantes de la izquierda abertzale se habían reorganizado tras la cargas policiales y se dirigían a Zabalburu. Ante esta tesitura, los organizadores de la marcha decidieron que se bajara por Doctor Areilza hasta la Gran Vía para retornar de nuevo al punto de salida, al Sagrado Corazón.

Según contaba Deia el día después, se produjo un hecho esperpéntico. Un mando de la Policía se negó a autorizar este cambio en el recorrido. O se seguía el itinerario previsto, con el peligro de que se produjeran enfrentamientos con los manifestantes de HB, o se disolvía la marcha. Carlos Garaikoetxea, presidente del EBB; y los socialistas Enrique Múgica y Txiki Benegas, entonces responsable de Interior del Consejo General Vasco, intentaron, sin conseguirlo, hablar por teléfono con el gobernador civil de Bizkaia. Finalmente, Múgica, diputado en el Congreso, pudo contactar con el ministro del Interior, Rodolfo Martín Villa, que autorizó el cambio de recorrido.

Según recordaba Anasagasti, a punto de finalizar, apareció en la cabeza de la manifestación Txomin Ziluaga, que entonces era el secretario general de HASI, quien le dijo: “Nos han masacrado: la Policía nos ha masacrado, no dividáis más a nuestro pueblo; decídselo a los vuestros”. La seguridad del PNV apartó a Ziluaga y a quienes le acompañaban para evitar incidentes. Y es que el partido reforzó las medidas de seguridad, recuerda Javier Pérez, entonces un joven militante. “Hicieron un llamamiento para reforzar el servicio de seguridad y quizá éramos el doble que en otras ocasiones”, señala. Según las crónicas, el servicio de seguridad estaba integrado por más de un millar de personas.

a la calle pese a todo Koldo Narbaiza y Jone Unzueta eran dos jóvenes militantes del PNV. Narbaiza, entonces con 17 años, dice que sí hubo dudas en algunos militantes. “Era difícil salir a la calle, y en mucha gente se crearon dudas. Ahora, 40 años después, hay que resaltar el valor que tuvo el partido de convocar la manifestación”, señala. Y es que el peso de la marcha recayó en la militancia jeltzale y -recuerda - “también se significaron destacados sindicalistas”. Narbaiza no recuerda enfrentamientos directos, pero sí mucha tensión. “A la delantera de la manifestación sí que llegaron dirigentes de la izquierda abertzale, no sé quienes, y militantes diciendo que a ellos les había machacado la Policía”, recuerda.

Unzueta tenía entonces 22 años, se había afiliado al PNV dos años antes y estudiaba Políticas en Madrid. Estaba convencida de la necesidad de salir a la calle. “Se había dado una amnistía y éramos muchos los que queríamos hacer política, dar una oportunidad a avanzar sin una violencia que era insoportable con atentados cada día. Había que salir a la calle y decir que era la hora de la política, que queríamos hacer política”, asegura.

Unzueta, a diferencia de Narbaiza, señala que sí hubo enfrentamientos. “Cuando la manifestación acabó y la gente iba a Zabalburu y San Francisco a por los autobuses hubo gente de la izquierda abertzale que les estaban esperando y les atacaron. Y sé que en algunos pueblos hubo enfrentamientos a puñetazos tras la manifestación”, recuerda.