berrioplano - Javier Esparza, presidente de UPN, ha pasado de enterrar el discurso foralista de su formación en su pacto con el PP a directamente cuestionarlo en su nueva alianza con Ciudadanos. Esparza y Albert Rivera sellaron ayer en el hotel El Toro de Berrioplano el acuerdo por el que UPN diluirá su sigla para concurrir junto con el PP y Ciudadanos a las próximas elecciones generales, forales y municipales. Es el último paso por el que Esparza, por hacer sobrevivir su proyecto personal, despoja definitivamente a UPN de la identidad foralista por la que nació en 1979. Ayer, el espíritu del pacto alcanzado con Ciudadanos para concurrir en la plataforma Navarra Suma no pudo ser más claro: luchar contra el cambio en Navarra -creando ese gran frente de derechas con PP y Ciudadanos al que se sumará Vox- y dar los votos a Casado o Rivera en Madrid para replegar el estado autonómico bajo la premisa de mantener la unidad de España. Y, para eso, UPN ha tenido que hacer una concesión impensable hace tan sólo unos años: admitir que es necesario que haya más “transparencia” en el cálculo de la aportación al Estado a través del Convenio Económico -la joya del régimen foral-, y que es preciso “contar muy bien las cosas para que los ciudadanos sepan el porqué de determinados acuerdos, y el porqué del régimen foral y el Convenio Económico”, tal y como explicó Esparza después a los medios.

concesión histórica Es histórico. Las declaraciones de Esparza fueron tan esclarecedoras que la firma de una fórmula explícita en el acuerdo entre UPN-PP y Ciudadanos queda en nada, como un gesto folclórico necesario. En un apartado, Esparza dijo que Ciudadanos se compromete a respetar el autogobierno y los derechos históricos del Reino de Navarra. Pero lo cierto es que el Reino de Navarra no existe, y que lo que sí es muy real es que la legislatura que entra estará marcada por la negociación de una nueva aportación para el Convenio Económico entre Navarra y el Estado, algo que Esparza cree que necesita más “transparencia”. Preguntado explícitamente por si la transparencia se tiene que aplicar a la negociación del Convenio, Esparza consideró que sí, que entiende que “se está hablando desde ese punto de vista”. “Para nosotros no es ninguna cortapisa, al contrario. Estamos en un momento en el que hay que contar muy bien las cosas y los ciudadanos tienen que saber a las claras el porqué de determinados acuerdos y el porqué del Convenio Económico y del régimen foral de Navarra”, indicó.

Repreguntado -“¿Y al cálculo de la aportación?”-, Esparza concedió que sí, que la transparencia tendrá que servir para que la aportación “sea más transparente” de lo que seguramente ha sido”. “Y ya está”, zanjó. ¿Y qué es reconocer que se necesita más transparencia? Comprar el eufemismo con el que Ciudadanos ha ido modulando su discurso sobre los derechos históricos (de su abierta abolición al escepticismo táctico de ahora, gracias al que ha conseguido engañar a Esparza para tener un par de escaños en el Parlamento) y que esconde lo que en realidad piensa Ciudadanos: que Navarra y la CAV pagan, en virtud de sus sistemas económicos, menos de lo que deberían.

Es un triunfo total de Rivera, que ha hecho firmar a UPN un documento en el que se deja claro que la negociación del Convenio tiene que hacerse “desde la lealtad, la transparencia, la solidaridad y la igualdad”, como si hoy el Convenio fuese desleal -está en la Constitución-, opaco -nunca se dieron tantos detalles como ahora- e insolidario -Navarra paga en función de su PIB, y no de su población-. Con esa claudicación firmada, al líder de Ciudadanos no le hizo falta ni hacer declaraciones: leyó un comunicado cerrado de cinco minutos en el que ensalzó la Constitución, la unidad y la importancia de un pacto que no tire votos a la basura, y luego se marchó. Fue el ganador de la tarde: de él no quedarán declaraciones públicas defendiendo el Fuero; se asegura que UPN le hará unos huecos en su lista navarra; y que le apoyarán en Madrid. A cambio, Esparza quizá logre salvar su proyecto político personal, pero UPN perdió ayer su identidad fundacional.