bueno, pues aquí estamos. Una campaña electoral más, que dará paso a un nuevo Parlamento que nombrará un nuevo Gobierno. Parece algo rutinario, pero no lo es. O al menos no debería serlo en una comunidad que ya no debería estar aquí. Aniquilada, anexionada, humillada y no sé cuantas cosas más que debía estar a estas alturas de la película.

Pero no, no lo está, y no tiene pinta que lo vaya a estar salga el Gobierno que salga de las próximas elecciones. Que hará sus cosas mejor o peor que actual, con los mismos partidos o con otros, pero dentro de una normalidad democrática que no sería noticia si no fuera por todo lo que se ha dicho en los últimos tiempos.

Porque en estos cuatro años se ha acusado al Gobierno de Navarra de querer hundir la economía de Navarra deliberadamente para facilitar su incorporación a Euskadi (Javier Esparza, presidente de UPN); se ha dicho que sus presupuestos eran bolcheviques (José Antonio Sarría, presidente de la patronal); hasta que se iban a fugar el 60% de las empresas por la reforma fiscal (Javier Taberna, presidente de la Cámara de Comercio). Pero da igual. Los tres siguen hoy al frente de sus respectivas entidades diciendo las mismas falsedades.

Lo han hecho sin ningún tipo de reproche, interno ni externo. Agitando datos parciales cuando son malos y callando cuando son buenos. Creando sentimientos de agravio y enfrentando a comarcas. Azuzando la fobia al euskera y señalando a los euskaldunes como privilegiados. Distinguiendo entre navarros buenos y malos, excluyendo a una parte de la sociedad como si no tuviera derecho a participar en las instituciones.

Ha sido una defensa numantina de un viejo régimen que se ha desmoronado hasta sus propios cimientos. Pero que vive de la nostalgia de un tiempo pasado en el que la derecha gobernaba la comunidad a su imagen y semejanza, con el apoyo de una estructura sindical, social y mediática que resistió mientras hubo dinero para repartir, y que hoy añora una vuelta atrás a un entramado institucional que por el camino hizo añicos al PSN. Y los socialistas, que esta legislatura han ido siempre de la mano, se dejan querer pero avisando de que esta vez les toca a ellos ir por delante.

Cuatro años después ninguno de los augurios catastróficos se ha cumplido. Lo que no impide que el ciclo vuelva a comenzar alertando que, esta vez sí, Navarra desaparecerá si no gobiernan ellos. Los de siempre. Solo por eso merecen seguir en la oposición. A ver si al menos cambian el disco rayado.