no hay pueblo sin fiestas ni decisión del Gobierno sin polémica. Y aunque eso no es nuevo, que ahí también somos de costumbres, esta vez igual se haya forzado la máquina. Que una cosa es criticar al Gobierno por todo lo que hace, y otra hacerlo por lo que dicen los demás.

Que un programa de ETB citaba a Pamplona como parte de Euskal Herria, pues teníamos el comunicado pidiendo explicaciones al Gobierno foral. Que se cambiaba de sitio una bandera, pregunta parlamentaria. Que Otegi decía en un mitin que quiere una República Vasca, comparecencia urgente para que la presidenta diera respuesta de semejante “ataque contra el orden constitucional”.

No se ha desaprovechado nada que oliera a identitario, que ahí vieron filón. Así que cuando a EH Bildu se le ocurrió plantear en Vitoria que el 3 de diciembre fuera día de fiesta en Euskadi, salieron en tromba. “¡Es una agresión a Navarra! ¿Dónde está Barkos?”, clamaba Esparza, que hizo ir al Parlamento a la presidenta a dar explicaciones. Y cuando Barkos optó por no ir el 12 de octubre a Madrid a ver desfilar tanques y soldados, pasó a ser una “antisistema” para el PP, y alguien que “no representa a todos los navarros”, para el PSN. Porque a los navarros que hay que representar es a los que quieren que vaya.

La cosa llegó al punto de que, cuando el Parlamento puso una placa para recordar a las víctimas del franquismo, el PP salió corriendo a exigir de forma urgente otra para las de ETA. Lo que hubiera tenido sentido si no fuera porque esa placa llevaba ya varios años allí.

También dio que hablar que el Gobierno foral reclamara planes de seguridad específicos para los festejos taurinos, lo que según UPN, iba a hacer “imposible” celebrar encierros. Más ruido hizo la retirada de la laureada de la fachada principal del Palacio de Navarra. Que como no era plan de poner el grito en el cielo por se quitara el recuerdo del 36, les dio por decir que aquello era un ataque a los símbolos de Navarra. Hasta organizaron una recogida de firmas en contra.

Y aunque casi todo está en el olvido, hay polémicas que quedan para el recuerdo. Como cuando a Ana Beltrán le dio por comparar a los menores con indefinición sexual con “ornitorrincos”, o como cuando para calentar su manifestación contra el euskera Pachi Mendiburu salió con que “el modelo D es discriminación porque ahí te quitas a los deficientes, a los inmigrantes, y os quedáis los guays, y encima bien pagados”. Suerte que no les ha dado tiempo, pero cuatro años más y acaban montando otra txistorrada contra “imposición” del pañuelo a cuadros, que se huelen lo peor.