pamplona - Decir que Navarra Suma ya ha decidido pasar a la oposición quizá sea generoso, porque ir a la contra del Gobierno exige algo más que insultar a la futura presidenta y a sus socios. En el discurso de Javier Esparza, líder de la plataforma, no hubo reflexión política, ni un discurso coherente que se pueda entender homologable a otras investiduras. Hubo insultos y reproches, y poco más, probablemente desde el rencor y la frustración de saber que el Palacio de Navarra ya pilla muy lejos.

Cuesta, incluso, aislar una frase, un párrafo, en el que Esparza dijese algo: en la primera parte de su intervención, Esparza se centró en afear un pacto con EH Bildu que no existe y en lanzar insinuaciones bastante toscas, cuando no sonrojantemente falsas. “Otegi y Ortuzar le van a ordenar todo, la aplauden”; “Le escriben la réplica”; “Es el salvavidas del nacionalismo, su marioneta”; “Usted ha estado escondida”; “El PSN está acomplejado”, afirmó Esparza, que en todo momento volvió una y otra vez sobre su reproche principal: la supuesta abdicación del PSOE del autodenominado bando constitucional, y su genuflexión ante “los amigos de los terroristas”. Daba cosa escucharlo, con Javier Remírez -cuya familia conoce bien el acoso terrorista- en la tribuna de invitados. “Va a pasar a la historia como la socialista que dinamitó los acuerdos constitucionalistas”, le recriminó Esparza, con ese tono de tutela, como de padre afeándole al hijo pequeño que le lleve la contraria.

Solo en la segunda parte, en la que Esparza rescató algunas contradicciones del actual PSN con respecto al de la legislatura pasada, el discurso levantó un poco el vuelo. Esparza preguntó si el plan de empleo que tanto pedía el PSN ya no es una prioridad; si no se acuerda de las manifestaciones -contra el Gobierno y la política lingüística- en las que fueron de la mano; si ya han renunciado a la defensa del PAI, del TAV. Pero la estrategia se caía porque el forzado tono de monólogo -hasta con latiguillos del tipo toma ya o reiteraciones irónicas -“sí, sí, vamos, eso es muy progresista”-, cuando estás realmente tan herido y tan enfadado y además se te nota tanto, lo chafa todo.

En resumen, un discurso agotado, en torno al mismo argumentario de siempre, y que ya ha perdido su eficacia salvo para evidenciar que estás muy tocado.

“vuelva a la verdad” Chivite lo vio y en la réplica fue pragmática, plana, funcionarial. “Yo entiendo que tiene una papeleta complicada”, empezó reflexionando. “Pero no pretenda trasladar al PSOE la responsabilidad de que ustedes no estén en el Gobierno”, cerró. “La democracia es construir mayorías, no dejar que la derecha tenga la exclusividad sobre el Gobierno”, ni repartir “carnets de buenos y malos navarros” en función del voto de los ciudadanos. “Navarra no es de UPN, es de todos los navarros y navarras”, aclaró, poco antes de hacer las escasas puntualizaciones a la intervención de Esparza. “No he estado escondida: he estado negociando un acuerdo. Mientras tanto, usted estaba en Madrid, hablando mal de mí y de mi partido”, contestó Chivite, que a partir de ahí siguió la estrategia contraria: no entrar a las provocaciones e insultos de Esparza. “Yo no le voy a insultar, no le voy a faltar al respeto, porque el único que se está faltando el respeto es usted mismo. Le invito a que abandone esa estrategia de crispación, de separación entre buenos y malos, y reflexiones sobre los problemas que espera respuesta”, dijo Chivite, institucional.

Por eso recomendó: “Deje de incendiar, de construir realidades paralelas, empiece a hacer honor a su nombre y comience a sumar”. Chivite recordó que lo normal, en Navarra, es que muchas cosas salgan por unanimidad. “Espero que cuando esta euforia de la investidura recupere la verdad y el respeto a los que piensan diferente”, deseó a Esparza. “Sus votantes ya lo hacen. Haga oposición constructiva y le irá mejor a usted y a esta tierra”.

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