Tras resultar claro vencedor en las elecciones generales del 28-A, el PSOE prolongó su racha y se impuso también en las tres citas con las urnas que estaban convocadas un mes después, el 26-M -autonómicas, municipales y europeas-, ganando en diez de las doce comunidades autónomas en disputa. Sin embargo, en la comparecencia para valorar los resultados en la misma noche electoral, los rostros en la sede socialista en Ferraz eran serios, incluyendo el del presidente español en funciones, Pedro Sánchez. La razón es que, pese al buen resultado cosechado, la pieza más deseada, la Comunidad de Madrid, se le escurrió entre los dedos. Las tres derechas -PP, Ciudadanos y Vox- sumaban y, al igual que sucedió tras los comicios de diciembre de 2018 en Andalucía, se daba por supuesto que no iban a dejar pasar la oportunidad.

Es el contraste de un panorama político especialmente turbulento en el que, a la espera de que se clarifique si Sánchez logra sumar los apoyos necesarios para prorrogar su estancia en Moncloa o se celebran nuevas elecciones, el PSOE ha ganado poder a nivel autonómico. Después de que la investidura de la popular Isabel Díaz Ayuso como presidenta de la Comunidad de Madrid se consumara el pasado miércoles, tan solo queda por despejarse la X de La Rioja. A la candidata del PSOE le basta el apoyo de la única diputada de Podemos para acceder a la presidencia y poner así fin a 24 años seguidos del PP en el gobierno. Sin embargo, en el primer intento no fue posible por las desmedidas exigencias de la dirigente morada, tres consejerías de un total de ocho. El plazo para lograrlo concluye el 16 de septiembre. En caso contrario se llamará de nuevo a las urnas.

El balance tras el 26-M es por tanto favorable al PSOE, que gobierna en ocho regiones: Navarra, Asturias, Aragón, Castilla-La Mancha, Extremadura, Baleares, Canarias y la Comunidad Valenciana -en este último caso los comicios tuvieron lugar en abril, antes de las generales-. Solo en dos de estos territorios logró mayoría absoluta, en Extremadura con Guillermo Fernández Vara (38,08% de votos) y Castilla-La Mancha con Eduardo García-Page y un 32,37%. En el Principado de Asturias el socialista Adrián Barbón se hizo con el bastón de mando tras lograr el apoyo de IU, precisamente la fórmula que Sánchez busca trasladar a Moncloa: un gobierno en solitario y con acuerdos puntuales.

Siguiendo con el PSOE, preside cinco gobiernos autonómicos en coalición con Podemos, fuerzas regionalistas o nacionalistas. Uno de ellos en Navarra, donde el PSN no gobernaba la Comunidad foral desde hace 23 años y María Chivite, que fue investida en segunda votación el pasado día 2 de agosto, tiene en su gabinete consejeros de Geroa Bai y de Podemos, mientras que I-E optó por no integrarse en el Ejecutivo navarro.

En la Comunidad Valenciana, Ximo Puig repite el Pacto del Botànic con Compromís e incorpora a Unides Podem. En Aragón, se ha conformado un gobierno a cuatro de Javier Lambán con el Partido Aragonés, Podemos y la Chunta. En Baleares, Francina Armengol incorpora a consejeros de Podemos y Mès per Mallorca. Y Canarias, cuenta con un ejecutivo a cuatro liderado por Ángel Víctor Torres con Nueva Canarias, Podemos y la Agrupación Socialista de La Gomera tras décadas de hegemonía de Coalición Canaria.

El lienzo en lo que al partido de Pedro Sánchez se refiere se completa con las dos comunidades en las que cogobierna, sin tener la Presidencia, la CAV y Cantabria, con el PNV y el PRC de Miguel Ángel Revilla, respectivamente. También cabe citar aquellos lugares en los que los socialistas resultaron vencedores pero no gobiernan por culpa de los acuerdos de PP, Cs y Vox: Castilla y León, Murcia y Madrid, en estas dos últimas con el apoyo externo del partido de ultraderecha.

En esos pactos de la derecha el partido que se queda con la presidencia es siempre el mismo, el PP. Pese a sus últimos descalabros electorales -en las generales del 28-A obtuvo su peor resultado histórico y el 27-M, pese a mejorar algo sus registros, se remontó a cifras de 1991-, el partido de Pablo Casado ha acabado liderando cinco comunidades autónomas -las que ya tenía más la Junta de Andalucía-, que incluyen las más pobladas del Estado español.

El único que gobierna con mayoría absoluta es Alberto Núñez Feijóo en la Xunta de Galicia. El resto lo hacen en coalición con Ciudadanos y el apoyo de Vox: Juan Manuel Moreno en Andalucía, Alfonso Fernández Mañueco en Castilla y León, Fernando López Miras en Murcia y, por último, Isabel Díaz Ayuso en Madrid.

En lo que a las ciudades autónomas se refiere, el PP mantiene el poder en Ceuta en la figura de Juan Jesús Vivas, que es presidente desde 2001, mientras que en Melilla este partido perdió el poder después de 19 años en favor del único diputado electo de Ciudadanos, que logró la presidencia con los votos de Coalición por Melilla y el PSOE.

Este balance ha supuesto un espaldarazo para el presidente del PP, Pablo Casado, ante el incierto panorama que se vislumbra en las próximas semanas: un posible adelanto de las generales si para el 23 de septiembre PSOE y Podemos no alcanzan un acuerdo, y una sentencia del Tribunal Supremo en el juicio del procés que se espera especialmente severa con los acusados.

Muleta del PP Ciudadanos ha quedado un tanto desdibujado, en tierra de nadie, como sostén del PP allí donde la suma lo ha hecho posible. Ejemplo paradigmático de ello es Castilla y León, donde la formación naranja pudo gobernar pactando con el PSOE pero optó por perpetuar al PP en el poder -acumula 36 años en esa situación- y amarrar una vicepresidencia. El partido de Albert Rivera forma parte de otros tres gobiernos liderados por el PP: Andalucía, Murcia y Madrid.

En cuanto a Podemos, los de Pablo Iglesias están a la baja electoralmente y en estos últimos meses de reconfiguración del mapa autonómico se han conformado con una vicepresidencia en Baleares, una vicepresidencia segunda en Valencia y un consejero en los gobiernos de Aragón, Canarias y Navarra, respectivamente. Queda pendiente por conocer el resultado de la negociación entre el PSOE y Podemos en La Rioja y si un posible entendimiento en esa región podría abrir la puerta a evitar nuevas elecciones en el Estado. La solución a estas dos incógnitas, en septiembre.