viena - Con 33 años, 11 de ellos en la alta política, el conservador Sebastián Kurz es el político austríaco más exitoso de su generación, al llevar a su Partido Popular (ÖVP), de nuevo, a una arrolladora victoria en las elecciones anticipadas celebradas ayer. Kurz, que lleva nueve de ellos en el Gobierno, ha dejado de ser una promesa y un “niño prodigio” para ser el indiscutible referente del centroderecha en Austria y una figura en ascenso en Europa.

Secretario de Estado con 25 años y ministro de Exteriores con 27, su dedicación a la política le ha impedido acabar sus estudios de Derecho.

En 2017, con sólo 31, dio un golpe de mano y se hizo con el poder en el Partido Popular, reorganizándolo a su imagen y hasta cambiando los símbolos de la formación.

Kurz dinamitó la coalición con el SPÖ y forzó unas elecciones en las que logró el 31,7%, el mejor resultado del partido en una década, una victoria debida, en gran parte, a que asumió muchas de las políticas antimigratorias y el lenguaje de los ultras.

Otro éxito indiscutible del joven político es vestir al ÖVP, que forma parte de Gobiernos en Austria desde hace 34 años -Kurz tiene 33- como una opción de cambio y renovación.

El distanciamiento de Kurz de las posiciones de la canciller alemana Angela Merkel sobre migración y otros asuntos generaron simpatía entre sectores nacionalistas.

Durante sus 17 meses de Gobierno fue criticado por dejar en manos de políticos de ultraderecha los importantes ministerios de Interior, Defensa y Exteriores. Varios servicios de inteligencia europeos limitaron su colaboración con Austria por la cercanía del FPÖ con el partido del presidente ruso, Vladimir Putin. También se le critica que no se distanciara de forma más clara de los incidentes xenófobos y antisemitas del FPÖ

Kurz es, al mismo tiempo, el político más popular y el que más rechazo genera, el más polarizador.

Aclamado por sus seguidores como una estrella que quiere modernizar el país, sus detractores lo dibujan como alguien sin escrúpulos y sediento de poder. Si para sus fieles es un trabajador incansable, para sus críticos es un producto de mercadotecnia, una imagen prefabricada de político joven y eficiente, que controla sus apariciones y no arriesga en la comunicación.

Pero incluso sus contrincantes le reconocen talento y un agudo instinto político, y le ven como alguien que apenas se permite errores y que es inclemente con sus adversarios.

En cualquier caso, a su popularidad no le ha hecho mella las revelaciones de que grandes fortunas donaron elevadas cantidades a su campaña ni que tenga un nutrido y bien pagado grupo de asesores de imagen. - Efe