El Parlamento de Navarra aprobará el próximo jueves los presupuestos de 2020. Un trámite fundamental para el Gobierno de Navarra en su primer año de mandato que envía un mensaje de estabilidad. Pero también para el Departamento de Hacienda, que le va a permitir gestionar el ejercicio con normalidad. Sobre todo con la perspectiva de un año que en lo económico ha empezado bien, pero que tiene muchas incertidumbres por delante.

De momento, la consejera Elma Saiz ha optado por la continuidad, arropada por algunos de los altos cargos de Hacienda que gestionaron con éxito las cuentas públicas en la legislatura pasada. Salvo correcciones sectoriales el presupuesto mantiene las líneas generales del año anterior, con algunos cambios en materia fiscal aunque de escaso calado presupuestario. Cuenta además con una herencia positiva en forma de dos superávit consecutivos, la reducción de la deuda hasta niveles de 2015 y una recaudación en ciclo alcista que le va a facilitar mucho el trabajo. La previsión para este año va en la misma línea, con un crecimiento del PIB real en torno al 2,2%, una mejora del empleo 1,6% y un incremento de la recaudación de casi el 6%, lo que implica 240 millones más de gasto presupuestario.

El escenario en cualquier caso invita a la prudencia, sobre todo tras las medidas, algunas con aire electoralista, aprobadas por un departamento que en determinados momentos ha dado muestras de inexperiencia. El pago del grado a los funcionarios en una sola vez ha debilitado la tesorería; y aunque la devolución del IRPF de la maternidad en 2021 o el incremento del techo presupuestario en el trámite de enmiendas son compromisos financieramente asumibles, también van a limitar el margen de maniobra si los ingresos no van como está previsto. De hecho, los cambios tributarios aprobados, aunque de escaso calado, supondrán menos recaudación.

algunas incógnitas Mientras, en el horizonte internacional surgen ya algunos nubarrones que convendría no minusvalorar. Las consecuencias del brexit, las dificultades para pactar un nuevo presupuesto europeo -PAC incluida-, la guerra comercial-tecnológica entre EEUU y China e incluso el coronavirus son factores incontrolables que pueden condicionar la evolución económica en el segundo semestre del año.

A favor del Gobierno foral juega que el Gobierno de España viste el mismo color político, lo que en principio supone una garantía para afrontar las negociaciones siempre difíciles entre administraciones. Entre ellas el Convenio Económico, cuya actualización sigue pendiente, así como la aportación anual al Estado que ha entrado ya en fase de prórroga.

Navarra debe pactar el cupo para los próximos cinco años (2020-2024) y tendrá que hacerlo en un contexto en el que el resto de comunidades va a pedir una mejor financiación. Una negociación que va a exigir firmeza, también con la ministra socialista María Jesús Montero, que históricamente se ha mostrado crítica con el régimen foral. Y, conocido el ritmo que llevan estas negociaciones con un Ministerio tradicionalmente centralista, no va a ser sencillo cerrar un acuerdo antes de final de año.

En Hacienda tampoco saben qué incidencia va a tener la aplicación de las tasas Google y Tobin que el Ejecutivo central prevé aprobar en los próximos meses, con una recaudación estimada de 1.800 millones, de los que cerca de 30 serían para Navarra. No está claro en qué términos se va a probar finalmente, ni si Navarra deberá fijar su propio impuesto o lo tendrá que ajustar vía Convenio. Un debate que Podemos va a llevar al Parlamento, donde el Gobierno además está en minoría. Otro elemento añadido que puede dejar por el camino alguna sorpresa en forma de más gasto, como a punto estuvo de ocurrir la semana pasada con las ayudas a la paternidad.

Muchas dudas para un Departamento muy dado a las certezas de los números, y que al menos cuenta con el colchón presupuestario que el Ministerio ha autorizado a las comunidades. La previsión para este año sigue siendo mantener el déficit cero, pero no se descarta recurrir a nueva deuda si fuera necesario para cuadrar las cuentas a final de año. De momento al menos habrá presupuestos, y eso siempre es un buen punto de partida.