arzo airoso y abril lluvioso sacan a mayo florido y hermoso, dice el refrán. Un dicho que en esta primavera capada o truncada para tantas personas suena a sarcasmo, a pesar del comienzo de la desescalada. Mayo es un mes de contrastes, con reminiscencias católicas, obreras y electorales, y desde hace casi una década, con la marca indeleble del 15-M, que cumple su noveno aniversario en el inicio de otra crisis tremenda.

Así las cosas, la transición a la denominada nueva normalidad, hallazgo terminológico con acepciones inquietantes, va a ser de todo menos plácida. La crisis, cual mancha de aceite, ya apunta en el mejor de los casos, a que no finalizará hasta 2022, con una teórica recuperación en V asimétrica. Ya veremos. Desde luego la crisis pondrá a prueba la solidez, oportunidad y coherencia de todos y cada uno de los discursos, sujetos también a la gestión de los tiempos. En la crisis anterior el neoliberalismo pareció asumir en un primer momento sus excesos y carencias, pero después vino un contraataque doctrinal que devolvió los marcos dominantes a la figura de una tijera. Así que lo que hoy parece de sentido común, insuflar dinero público para evitar el precipicio, mañana podría mudar de lado si la deuda aprieta y la situación social se degrada. La experiencia nos previene. Una salida de la crisis sin dejar a nadie a atrás, por justa y necesaria que resulte, es muy complicada de llevar a cabo. Nadie es un pronombre muy exigente, que tendrá que confrontarse con una realidad muy dura. Si los hechos contradicen o desmienten la salida social, la invocación común se recordará como un conjuro cínico, letal para la izquierda. Recuerden en cambio a Rajoy. Dijo en octubre de 2015 que España había "superado la crisis sin permitir que nadie se quedara al borde del camino", y ganó las elecciones de diciembre de aquel año y las de junio de 2016. Cuidado con las grandes frases, que puede que penalicen más a la izquierda. "Voy a hacer campaña explicando por qué hemos salido de la crisis", dijo Rodríguez Zapatero en abril de 2011, semanas antes de un pésimo resultado de los socialistas en las autonómicas y municipales de aquel año, en el que el PSOE volvió a perder por goleada en las Generales. Tómese nota.

La socialdemocracia tiene ante sí un dificilísimo examen, probablemente más exigente que el de la derecha, pero al mismo tiempo dispone de una oportunidad para el refuerzo de sus valores. Así deben entenderlo el Gobierno español y el Gobierno de Navarra, progresistas ambos y de coalición los dos. El actual Ejecutivo foral se edifica a partir de dos importantes pilares. Uno, sobre bases del Gobierno anterior, pilotado por Uxue Barkos, con apoyos plurales. Los cimientos socialistas llevan el apellido Chivite y comenzaron a fraguarse sobre el recuerdo de lo que ocurrió al PSN en la anterior gran crisis. Ambos pilares comenzaron a elevar puentes la noche del 26 de mayo del año pasado, y el resto de apoyos activaron una legislatura, que ahora se ve sometida a una variable clave, la de una crisis económica como consecuencia de un patógeno. Un test que va a poner a prueba su capacidad de gestión, las recetas progresistas y la cohesión interna del Ejecutivo. Pero aquí nadie se libra. El impacto es tan seco, profundo y global, que se va a examinar todo el mundo, también la oposición. En suma, un escenario muy delicado que ahora mismo dibuja tres grandes tensiones ideológicas. Una está en el eje centralismo versus autogobierno. La segunda en el eje socialdemocracia versus neoliberalismo, y la tercera, en el clima político existente y futuro. Las analizamos con tres hombres conocidos en la política navarra. El sociólogo Ricardo Feliú, profesor de la UPNA y de la UNED, el filósofo Daniel Innerarity, catedrático de la UPV y el politólogo Juan José Domínguez.

Autogobierno versus centralismo

El Gobierno de Sánchez soporta una responsabilidad enorme con un estado de alarma centralizador. Una decisión que retrata el mapa de desconfianzas entre el Gobierno del Estado y autonomías de muy diferente color, y que ha colocado a María Chivite en una situación algo incómoda. En ese tablero, Chivite ha jugado un papel que para los suyos representa lealtad, conscientes también de que el grado de su alineamiento ha despertado amplias críticas fuera de su formación. En cualquier caso, la emergencia económica abre la puerta a explotar todas las capacidades autónomas de Navarra y de su ejercicio de gobierno. A expensas de la negociación y desarrollo de un plan de reactivación, un movimiento relevante en la fase de desescalada y de prioridades sociales en la que ahora nos adentramos ha sido la puesta en marcha de una Comisión para la Transición en Navarra. Entre sus integrantes, destaca la presencia del ya mencionado Daniel Innerarity, un referente intelectual con un papel destacado en estas semanas de crisis. Innerarity considera "muy importante" este comité, porque "recoge puntos de vista muy diversos de la sociedad, sectoriales, profesionales, de ámbitos territoriales y de sensibilidades que recogen una pluralidad de voces para que el Gobierno pueda decidir en las sucesivas fases dentro de los márgenes que Navarra tiene y dentro de la asimetría en la que quiere actuar". Innerarity reconoce que la estructura de mando en este tema "tan unificada, no permite demasiados márgenes", pero cree que queda un "cierto margen" dentro de ese conjunto de indicadores, y en función de que Navarra pueda ser capaz "de recoger toda su pluralidad interna y dar una respuesta específica a cada uno de sus mundos".

Socialdemocracia versus neoliberalismo

Un Gobierno PSN, Geroa Bai y Podemos, con apoyo de Izquierda-Ezkerra con un Presupuesto negociado con EH Bildu no es poco bagaje para confirmar que la crisis se encara desde posiciones progresistas, por más que puedan establecerse negociaciones para el mencionado plan de reactivación con todos los partidos de la Cámara y con los distintos agentes sociales. La puerta está abierta, afirma la presidenta. En todo caso, las fortalezas están ahí, observa Juan José Domínguez. "Yo invito a la gente que mire cómo se ha gestionado la crisis sanitaria en Navarra y cómo se gestiona por ejemplo en Madrid". Este analista demoscópico se muestra convencido de que después de la crisis sanitaria "va a haber una antes y un después" que subrayará la importancia de un estado de bienestar fuerte. Por su parte, Ricardo Feliú pone en valor la estructura de la economía navarra en el campo sanitario, cuya importancia "no solamente está vinculada al sistema público de salud en sí mismo, sino a todas las actividades económicas que giran en torno a la salud". Pese a todo, a su juicio la actual crisis trae una "experiencia más dramática que en 2008" por el impacto golpe seco de la economía, a partir de un elemento exógeno, la epidemia de un virus. Su mortandad, apunta Feliú, genera una carga emocional que alimenta la estrategia de PP y "sobre todo de Vox".

Clima político en Navarra

Probablemente el votante medio de Navarra Suma encuentre ahora más razones para denostar a Sánchez que a Chivite. Puede que eso le haya permitido a Esparza establecer una estrategia de crítica frontal de los diputados de UPN en el Congreso, al tiempo que modula el discurso dentro del Parlamento Foral. Aquí todo el mundo se sabe examinado, e intenta mostrarse propositivo. Esparza sabe que propios y extraños van a valorar algún gesto de mano tendida al Ejecutivo. Pero de nuevo la compañía del PP le supone un mal negocio. El Partido Popular de Casado va con la quinta marcha, y un volante de inercia enorme para que UPN, un partido cinético a la derecha española. Para Ricardo Feliú, en Navarra no se respira la misma tensión que en Madrid. Pero no descarta que se acreciente "dentro de unos meses, justamente en la gestión de todas las consecuencias económicas y sociales del coronavirus". Recuerda asimismo que queda pendiente de celebrarse el Congreso de UPN, que la epidemia obligó a posponer, y que inicialmente se perfilaba bastante irrelevante en lo ideológico. Pero según Feliú puede cambiar. "Muy posiblemente se van a confrontar dos líneas, una de un navarrismo más o menos tradicional, frente a la figura de Sergio Sayas, que está más vinculado a la cultura política del PP más bronco", por lo que considera que en función del devenir del Congreso, "nos podemos encontrar con una traslación de la tensión que está produciéndose ahora mismo en Madrid". Algo con lo que discrepa el politólogo Juan José Domínguez, que pone de relieve la mayoría social progresista "muy transversal" en Navarra, y la contrapone con una derecha que a su juicio está "echada al monte", por lo que sospecha que Navarra Suma no participará en un gran consenso, desde la idea de que "se debe a los intereses de Madrid".

Tiempo al tiempo. Las próximas semanas serán cruciales. Veremos si hay agua de mayo o pedregada. Viene un mes político y socialmente intenso, de adaptación psicológica a un escenario nada sencillo. Momento para que todo el mundo dé la talla.

Cuidado con las grandes frases sociales. Si la realidad acaba contradiciendo las promesas, el Gobierno quedaría penalizado

La socialdemocracia tiene un dificilísimo examen, y al mismo tiempo dispone de una oportunidad para reforzar sus valores

"Nos podemos encontrar en los próximos meses con un escenario de tensión similar al de Madrid"

Sociólogo

"El Comité asesor del Gobierno va a ser muy importante para tomar decisiones"

Filósofo en el Comité de Transición

"Sospecho que Navarra Suma no participará en un gran consenso, se debe a intereses de Madrid"

Politólogo