- El estado de alarma había supuesto una tregua en la guerra de declaraciones que se traían los grupos políticos en Navarra. Conmocionados por los estragos del virus, todos los partidos empezaron templando sus declaraciones y mostrando un espíritu de unidad prácticamente insólito. Pero conforme la pandemia se ha ido normalizando, se han perdido las formas y los intereses partidistas han vuelto a cobrar fuerza en el discurso. La transformación la ejemplificó ayer el presidente de UPN y portavoz de Navarra Suma, Javier Esparza, que ha vuelto a recuperar el tono brusco que mantuvo antes de la emergencia sanitaria, y que ahora se ha mimetizado con el que otros líderes políticos están haciendo en el Estado, como Pablo Casado o Santiago Abascal.

Esparza, otra vez, recurrió al campo semántico de los secuestros para criticar a la presidenta Chivite cuando fue preguntado por el acuerdo entre PSOE, Podemos y EH Bildu para atajar la reforma laboral. "Es una marioneta en manos de todos los que pueden chantajear a Pedro Sánchez, no es bueno para Navarra ni para los ciudadanos, ni para el propio PSOE", de cuyo líder dijo que "está en manos" -otra vez los símiles de la coacción física- de "la izquierda radical".

Ramón Alzórriz, del PSN, aprovechó los canutazos para adelantar que se tiene que conocer la "letra pequeña" del acuerdo para poder opinar.

Uxue Barkos (Geroa Bai), por su parte, consideró que la rectificación del PSOE añade "mucha incertidumbre" en momentos en los que no debería actuarse con esa ligereza.

Adolfo Araiz, de EH Bildu, consideró, al margen de los vaivenes, que un acuerdo en esos términos de por sí es positivo. Mikel Buil, de Podemos, criticó que se ha producido cierto "sainete" en las formas. Y Marisa de Simón, de I-E, sintió que el acuerdo se quedó "a mitad de camino" tras la rectificación.