uy gracioso Fernando Simón hablando de las enfermeras infecciosas. Jo, jo. Que sólo sabes si están infectadas unos días después. Ja, ja. No confundir enfermeras con enfermedades. Ju, ju. Las enfermeras, ya se sabe, siempre objeto de deseo para los médicos. Ji, ji. Jamás desaproveches la ocasión para demostrar tu imbecilidad. Lo malo no ha sido el esperpento del privilegiado epidemiólogo abandonando la rueda de prensa y acudiendo a hacer el payaso en un canal de YouTube. Lo peor llegó con la explicación posterior. "Lo siento casi más por mí. Me sabe mal que el esfuerzo de años de tratar de quitarme de encima ese bagaje de reflejos aprendidos y frases hechas que para nada tienen que ver con mi forma de pensar. Ha quedado claro que todavía tengo mucho camino por delante para aprender y hacerlo mejor. Trataré de hacerlo". Lleva el tipo toda su vida intentando llevar a cabo lo que cualquier chico normal ha logrado antes de salir del instituto. Dejar de ser un patán, de los que socializan con bromitas sobre tetas y bragas. Nos presenta Simón el caso de alguien que en el fondo no quiere ser machista, pero que se ve condicionado por el asfixiante heteropatriarcado ambiental. Y en esa lucha, comete fallos, hay debilidad. En lugar de decir "estaba cansado al final de un día de bastante trabajo, no supe entender el tipo de programa en el que me encontré con unos youtubers que apenas había visto en mi vida, se trataba de hacer bromas, y como yo no soy muy gracioso la que perpetré fue la más estúpida". No. La excusa para su comportamiento es convertirse en la víctima de un entorno opresor, en el que hay que esforzarse permanentemente por combatir la deriva androgénica con más feminismo, modelo acorde con el pensamiento político imperante. Lo supo hacer muy bien cuando en una entrevista en El País habló de sus camisas arrugadas. "La plancha fue útil porque en un momento sirvió para matar bichos. Cuando se han inventado lavadoras y detergentes que pueden con eso, ha pasado a ser un elemento de apariencia y dominación. ¿Quién plancha? Las mujeres, generalmente. En mi casa, no sé ni dónde está la plancha". Es mentira que la plancha tuviera un origen higienizante, y es mentira que solo planchen las mujeres. En manos de este farsante está la fiabilidad del país en la lucha contra la epidemia. No nos preocupemos: llegó el ojo de Sauron en forma de tuit de la ministra de Igualdad, Irene Montero, para exonerarle de culpa. "Hay bromas y comentarios cotidianos que reproducen estereotipos machistas, homófobos, racistas. No estamos (nadie) libres de reproducirlos. Cuando ocurre, y más en tareas públicas, es necesario reconocerlo, pedir perdón y trabajar para que no vuelva a ocurrir. Te honra, Fernando". Toda una ministra que vive para juzgar comportamientos haciendo de su cuenta de Twitter las nuevas tablas de la ley.

Hay que recordar que la primera que habló de crear una unidad gubernamental para combatir las noticias falsas fue Cospedal, en los tiempos en los que ejerció de ministra de Defensa. Una tarde le subieron a un estrado en un acto organizado por un periódico, y creyó estar ante el culmen de su poder. Es lo que pasa: cuando a un inútil se le entroniza, suelta cualquier cosa. Ahí la señora habló de proponer en el Congreso la creación de un grupo de trabajo integrado por diputados y responsables de los medios de comunicación para abordar la "guerra de la información" y las fake news. Noticias falsas que "afectan a los intereses nacionales" y constituyen "un nuevo tipo de guerra, una amenaza emergente". En descargo de la del finiquito en diferido habrá que reconocer que al menos planteó que fuera el Parlamento el que obrara. Con Sánchez las cosas son distintas. La norma que acaba de aprobarse sobre el combate a la desinformación surge de un modelo político con-mis-cojones-treintaitrés. Así, porque yo lo digo y porque Iván lo quiere. El Gobierno podrá decidir qué es información falsa, y podrá sancionar a los medios que la divulguen. El mismo Gobierno que malversa millonadas en inventar encuestas del CIS, el epítome de las fake news. El Gobierno abacial, que lo mismo absuelve a Simón por soltar babas que decide protegernos de malignos engaños. La última cita de este artículo va para la pintoresca ministra de Exteriores González-Laya. "Se trata de limitar que se puedan vehicular falsedades (...) que pueden causar un gran quebranto a la democracia". La frase que suscribiría cualquier tiranuelo.

La norma que acaba de aprobarse sobre el combate a la desinformación surge de un modelo político 'con-mis-cojones-treintaitrés'